🍁Capítulo 20: La Más Oscura Verdad🍁

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Llegamos a México faltando exactamente dos horas y media para la cita en el juzgado, mis nervios provocan que mis manos tiemblen constantemente y que todo mi cuerpo sude como nunca antes

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Llegamos a México faltando exactamente dos horas y media para la cita en el juzgado, mis nervios provocan que mis manos tiemblen constantemente y que todo mi cuerpo sude como nunca antes. Edward y yo nos quedamos directamente en el hotel más cercano a dicho lugar, y desde entonces continúa hablando por teléfono, pues inicio desde que nos subimos a su jet, y esa es otra cosa que no me deja tranquila, ¿qué es lo que tanto habla y con quién?

Reconozco que estoy así por el miedo que no me deja ni respirar, pero él dijo que estaría conmigo y físicamente lo está; pero mentalmente lo dudo mucho.

Pido que me traigan un té de manzanilla y al recibirlo lo tomo inmediatamente, le pido a Dios que tome el control de todo esto; porque yo no tengo las fuerzas suficientes para hacerlo sola. Después de unos minutos, Edward guarda su móvil en el bolsillo izquierdo de su pantalón, y camina en mi dirección. Mientras que yo solo intento ignorarlo, me pongo de pie y me dirijo al balcón.

—Amor — siento como sus manos me envuelven la cintura desde atrás y me remuevo dentro de sus brazos —. ¿Está todo bien?

Me doy la vuelta y lo observo fijamente, solo para confirmar si está bromeando o algo. Esto es el colmo. Mis ojos se cristalizan debido al nudo que se forma en mi garganta al hablar.

—¿Es enserio?, ¿cómo quieres que este?, te la has pasado todo el viaje hablando por teléfono, trabajando en medio de todo esto, y a mí me has ignorado en cada oportunidad en la que me he acercado a ti. ¿Así es como quieres que me sienta segura de que no estoy sola? — cierra sus ojos y suspira profundamente, al abrirlos de igual manera seca mis lágrimas con sus pulgares.

—Lo lamento Bonita, te prometo que no estaba trabajando, todo lo contrario. Y discúlpame de ante mano por cómo te diré las cosas, pero no me puedo sentar a llorar contigo, cuando es obvio que puedo hacer algo al respecto, no permitiré que tus malditos padres logren quedarse con el clan, sobre mi cadáver. En unos minutos llegarán mis abogados desde Alemania, y todo estará bien. Pero te necesito fuerte, necesito a la empleada que se enfrentó a su jefe el primer día por el bienestar de sus hijas, me enamoré de esa mujer fuerte y valiente, y no te estoy viendo así. Tienes las de ganar, tendrás los mejores abogados, tienes los documentos que afirman la maldita violación, y me tienes a mí, pero yo también necesito de tu fortaleza y coraje amor, juntos podemos. No me dejes luchar solo.

Suelto y dejo ir todo lo que me abruma y me lanzo a sus brazos con más lágrimas que antes rodando por mis mejillas, me siento como una estúpida. Me está ayudando en todo esto y yo solo lo atosigo con ñoñerías.

—Perdóname amor, es que el miedo me consumió, el temor de estar en su presencia nuevamente. Pero sé que tienes razón, perdóname ¿sí? — Edward me levanta del piso y me lleva a la cama, me deja sobre esta y besa mis labios de manera suave.

—Haré que te relajes un poco mi amor, no te pueden ver así, sólo déjate llevar nena —asiento lentamente y solo lo observo mientras levanta mi falta de tubo y retira lentamente mis bragas de color azul pálido, toca mi feminidad con uno de sus dedos y lo introduce dentro de mí, lo gira una y otra vez y lo vuelve a sacar y a entrar. Cuando estoy lo suficientemente húmeda lleva sus labios hacia mi punto palpitante e introduce su lengua. ¡Joder!

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