꧁​ᥴꪖ​ρ 23꧂

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- Nunca podrás escabullirte de nuestra cama sin que me de cuenta - el doncel bromeó, con una sonrisa en los labios para esconder las lágrimas - Tengo una cosa para darle. 

Sofocado por el llanto contenido, Jimin le entregó lo que había bordado durante las horas en que su esposo había pasado entrenando a los hombres. Con un único movimiento, Jungkook extendió el estandarte. 

Sobre el terciopelo rojo sangre, un venado blanco lanzaba sus cuernos al infinito. 

- Ya que todavía no tienes un blasón propio, decidí bordar el emblema de los de Park sobre un fondo rojo - Jimin murmuró bajito. 

- Es muy lindo. Gracias - Jungkook llamó al escudero quien se apresuró a enrollar el estandarte antes de guardarlo junto a las pertenencias del barón. 

Entonces el barón miró a su esposo a los ojos, como si solamente a mucho costo lograse controlar la pasión dentro de su pecho. 

- Jimin... - el barón abrió la boca para decir algo, sin embargo no fue capaz de emitir ninguna palabra. Simplemente lo levantó en sus brazos y lo besó con fiereza. Cuando Jimin sintió los pies tocar otra vez el suelo, su esposo ya cabalgaba a lo lejos, perdido en la oscuridad que antecede a la madrugada. 

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Jimin preparaba un té medicinal para aliviar el malestar de uno de los aldeanos que se había quebrado la pierna recientemente. 

Si al menos pudiese hacer algo para aliviar el dolor y la angustia que lo consumían y que, desde la partida de Jungkook, semanas atrás, sólo habían aumentado.

Pero sabía que ni él, ni la viuda Choi, tenían la cura para el mal que padecía. Extrañaba terriblemente a su esposo. Aunque estuviese más ocupado ahora, con la plantación para supervisar, los jardines que cuidar y una centena de otros deberes; el hecho era que la ausencia del barón le pesaba sobre los hombros, como un peso insoportable. Sus días podrían estar llenos, sin embargo una parte de sí mismo continuaba vacía. 

-¿Mi Lord? - la llegada de una nueva residente del castillo, una muchacha tímida, que había venido de la aldea, lo arrancó de su profundo estado de melancolía. 

-¿Si? - él respondió a la niña. 

- Estuve en la aldea hoy. Fui a ver a la viuda Choi - Jisso habló avergonzada, mirando el medicamento que el doncel del castillo había preparado. 

Jimin sonrió comprensivo, sabiendo que los viejos hábitos son difíciles de cambiar. Seguramente el hecho 
que Jisso hubiese buscado ayuda en otro lugar no lo ofendía ni un poco. 

-¿Y entonces? 

- La viuda Choi me pidió que le entregara una cosa, mi Lord. 

-¿Oh? - Jimin no había ido más a visitar a la mujer, los recuerdos del profundo malestar causado por la poción, todavía estaba vivo en su mente. Aunque se sintiese culpable por abandonar a la viuda, la culpa no era lo suficientemente grande como para hacerlo volver a la casa de la mujer. 

- Si, mi Lord, aquí está. 

Al recibir el pequeño paquete de las manos de la muchacha, Jimin inmediatamente lo colocó sobre el banco, buscando convencerse de que no era supersticioso. Pero había algo respecto a la viuda Choi que lo ponía nervioso. 

- Ella mandó a decirle que estas hierbas son buenas para hacer que el bebé se acomode bien en el vientre. 

Sorprendido, Jimin miró a Jisso sin entender. ¿Bebé? ¿Qué bebé? Antes que tuviese tiempo de analizar el recado, la muchacha continuó lentamente, como si recitara algo de memoria - La viuda Choi también me pidió que le diga que no debe tener miedo, mi Lord...porque...porque la 
magia del ... venado blanco lo acompaña. 

꧁ᎬᏞ ᏟᎪᏴᎪᏞᏞᎬᎡϴ ᎡϴᎫϴ꧂ ꧁𝘬​ꪑ꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora