꧁​ᥴꪖ​ρ 3 ꧂

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Cuando Jackson parecía a punto de explotar, un empleado anunció que el Caballero Rojo había mandado a servirles una comida. Aún siendo un tanto temprano para el almuerzo, los hombres se abalanzaron sobre la comida, como si estuvieran hambrientos no sólo de alimentos sino de algo más que les diese una sensación de normalidad.

- Vamos, coma mi lord - Irene murmuró empujando al joven
a su lado.

Sin embargo Jimin se sentía incapaz de comer; pues tenía conciencia de la gravedad de la
tarea que lo aguardaba. De repente su plan le parecía demasiado osado, demasiado incierto para ser exitoso. Más allá de todo el castillo; el Barón Jeon lo perturbaba profundamente,
inquietando lo al extremo. Hasta el momento, el hombre hacía justicia a su reputación.

Un único empleado iba y venía de la cocina, trayendo bandejas, con carne asada, y sirviendo cerveza.

- ¿Dónde están todos? - indaga Jimin algo asombrado, sin en verdad esperar ninguna respuesta.

Acostumbrado al movimiento del salón principal de su castillo, donde las voces de las damas, caballeros, y visitantes se mezclaban en un alegre
barullo, era imposible no resentir ese silencio lúgubre. El castillo estaba muy quieto, el eco de las paredes vacías transformaban cualquier ruido en un trueno amenazador.

- Él es inhumano, puedes estar seguro de eso - Irene susurró horrorizada.

- No es inhumano vivir en la pobreza - Jimin retrucó, con un aire pensativo en el rostro. - Sólo ahora me doy cuenta...
que siempre di ciertas cosas como seguras. El castillo que mi padre construyó cuando joven todavía está en perfectas condiciones, es un lugar lleno de luz, con bellas pinturas, tapices delicados.
Y también muchos siervos cumpliendo sus obligaciones...

- Gran parte de eso se debe a usted, mi lord. Los hombres, librados a su suerte, en general
acaban descuidando la comida y la limpieza de un hogar - Irene hizo una mueca de desagrado.

- Concuerdo plenamente - por lo poco que Jimin había logrado ver hasta entonces, el castillo del Barón Jeon parecía inmundo. Una gruesa capa de suciedad cubría el piso y el aire tenía un olor desagradable, de alimentos descompuestos y humedad acumulada. Las paredes estaban negras de hollín, las mesas sucias y ásperas. Los platos usados en la comida nadaban en grasa y él se preguntó si el resto del castillo también estaba en esas decadentes condiciones.

Servido en platos limpios o no, la verdad era que la comida tenía un gusto intragable. Después de probar el primer pedazo de carne, Jimin se dio por satisfecho y mordisqueó un pan mientras los otros continuaban almorzando.

Y cómo almorzaban. La comida dio la impresión de durar para siempre, sirviendo sólo para aumentar su estado de agitación.
De cualquier manera todos parecían más relajados con los estómagos llenos, a excepción de Jackson y de Lord de Park, quienes estaban más furiosos.

- Vamos, mi lord, beba algo - la nana insistió, buscando calmarlo.

- No quiero nada, sólo deseo dar este caso por cerrado. ¡Apenas puedo esperar que Jeon aparezca para resolver este asunto. Así podremos irnos pronto!

- ¡Shh! - la nana señaló discretamente en dirección a Jackson.

Jimin ignoró la advertencia.

- ¿Por qué la demora? ¿Por qué somos obligados a aguantar aquí como mendigos después de haber sido forzados a pasar la noche fuera del castillo?

- Mi lord, por favor, cuidado con la lengua. Las paredes tienen oídos. No sería sensato desafiar la ira del Caballero Rojo.

- Pues no me importa si él es el mismo diablo encarnado. Si no somos admitidos en su presencia
herética en este instante, partiré para mí castillo. Claro que así la orden del rey perderá su valor.

꧁ᎬᏞ ᏟᎪᏴᎪᏞᏞᎬᎡϴ ᎡϴᎫϴ꧂ ꧁𝘬​ꪑ꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora