v. conocimiento

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Llegaron cerca del lago, pero no había nada interesante más que una cabaña en estado muy cuestionable, se veía que en cualquier momento se vendría abajo. Sin embargo, ninguno tuvo que mirarse a la cara cuando ya se dirigían hacia ella con el propósito de investigar.

─¿Será aquí? ─preguntó Leon al llegar a la entrada, ambos deteniendose unos segundos creyendo que habían oído mal─. ¿Qué es ese ruido?

Parecía que había algo siendo golpeado, y provenía dentro de la cabaña. Ambos se miraron y asintieron a la vez, Leon abriría la puerta a patadas rompiendo el candado y Ella se posicionaría frente a la puerta preparada para disparar si algo se avecinaba.

Afortunadamente, nada los tomó de sorpresa, pero siguieron alerta. Avanzaron unos pasos, encontrando municiones y una foto de un hombre y un niño, tal vez un padre y su hijo. Llegaron hasta un mueble que impedía el camino hacía otra parte de la cabaña, Leon lo empujó dejando paso y ambos siguieron, más lentos que antes cuando el ruido se intensificaba, junto a unos gruñidos masculinos.

Antes de doblar para la derecha, miraron de reojo el causante de todo: un aldeano martillando. Echaron un vistazo y notaron que debajo del hombre había una trampilla con trozos de madera para que no pudieran abrirla. Algo les decía que ahí dentro había algo, más que nada un humano, no por nada estaba haciendo eso.

Leon dió unos pasos agachado, queriendo hacer lo que siempre hace cuando los enemigos estaban de espaldas, pero desafortunadamente el aldeano se dió cuenta y se giró hacía él. Sin embargo, antes de que alguno de los dos hiciera algo, el aldeano ya estaba en el suelo con unas tres balas justo en su frente.

Leon guardó su cuchillo y se giró hacía Ella, agradecido─. Gracias. No pensé que se diera cuenta, se veía muy concentrado ─soltó una media sonrisa, casi invisible a simple vista, pero cualquiera podía darse cuenta de que igual estaba agradecido.

─Eres un profesional, no hice la gran cosa ─dijo Ella con toda la sinceridad. Había estudiado mucho a Leon esas pocas horas que estuvieron juntos, y se dió cuenta de que él sabía lo que hacía (o en gran parte lo hacía)─. Sólo nos ahorré tiempo.

Aún así, Leon se sintió bendecido. Una mujer como Ella, que a cada rato lo veía con una expresión seria y era un tanto ─muy─ distante, que le diera un halago, eso era un gran avance.

─Espero que sigas ahorrandonos más tiempo entonces.

Ella no respondió, simplemente negó con la cabeza, ya se le estaba acostumbrando esos comentarios con otros sentidos. Y eso que ni siquiera pasaron como cinco horas, pero algo le decía que no iban a ser unos pocos. Pasó junto a él y se agachó junto a la trampilla, empezando a quitar los trozos de madera.

Una vez hecho, la abrió dejando ver un pozo oscuro y una escalera en mal estado pero que seguía intacta.

Ella prendió su linterna para alumbrar la distancia, no era tanta, desde ahí podía ver el piso de piedra. Ni siquiera dejó que Leon se pusiera en modo caballero para ir él primero, y se tiró, flexionando sus rodillas una vez que tocó el piso. Alumbró a su alrededor y una vez que verificó que no hubiera ningún peligro, empezó a caminar. En pocas segundos escuchó un golpe detrás suya y la voz de Leon.

─Ni siquiera voy a reclamarte ─la linterna de Leon se encendió y el sitio se vió mejor que antes.

─Bien por mí ─respondió Ella, casi con sarcasmo. Casi.

Llegaron al final del sótano, pero algo les llamó la atención y ambos se detuvieron, alumbrando a la vez una bolsa rodeada de una soga. Ella no tardó en acercarse, safandose del agarre de Leon al notar sus intenciones. Tenía un presentimiento, o era Ashley o era Luis, incluso tal vez Ada. No importaba si no era ninguno de los tres, Ella tenía que asegurarse.

¹BEAUTIFUL LIAR, leon kennedyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora