¹BEAUTIFUL LIAR, leon kennedy

xxviii. dúo

Ella sintió un vibrador en su cintura donde le rodeaba el pantalón negro, sacando un aparato similar a un celular (el cual solo era uso de Leon y ella) se dió cuenta de que era una llamada del mismo. Seguramente ya informado con que el aeropuerto fue completamente aislado, el mismo que Ella le había dicho que estaría esa misma mañana.

Bueno, no totalmente aislado.

Miró alrededor notando a cuatro personas en total, sin contarla a ella. La mujer con la niña, ahora sabiendo sus nombres, Claire y Rani, una mujer que lucía como una secretaria y, el peor de todos, el senador Davis, que no paraba de parlotear.

Decidió cortar la llamada pero a cambio enviandole una señal de que seguia viva. No estaba en condiciones de hablar y que el senador se diera cuenta para empezar a chillar como nenito.

De repente la única niña chilló de miedo y Ella pudo escuchar unos disparos, lejos pero era seguro que eran de ahí.

─¡Fueron disparos! ─comentó la secretaria, avisando algo obvio.

─Enviarán ayuda ─dijo Claire, dandose cuenta de que la mujer lo dijo de cierta forma asustada─, saldremos de aquí.

─Deberían darme las gracias ─dijo el senador─. Si no les habrías dicho que yo estaba aquí habrían ignorado tu llamada.

─Le recomiendo que deje su ego a un lado, tomando en cuenta que su propio secretario lo abandonó a su suerte ─Ella sonrió de lado ante la contestación de Claire.

Su sonrisa se borró y su mirada fue a parar en la puerta al escuchar unos gritos, entre una mezcla de temor.

─¿Y eso? ─preguntó la niña, asustada, mientras seguía abrazada a Claire como protección y seguridad. Ella las miró a ambas, recordando vagamente las veces que se refugiaba entre los brazos de su madre.

Hace dos meses que no sabe nada de ella ni de los demás, esperaba salir de ahí lo más rápido posible.

─Un hombre que no está infectado ─dijo Claire y Ella supo en su tono de voz que quería ir a su rescate─. Tenemos que ayudarlo.

Pero ni el senador ni a la secretaria le gustó mucho.

─Ya es tarde ─dijo el hombre, negando con la cabeza de que ni loco lo haría─, no podemos hacer nada.

─A-ah, tiene razón ─rápidamente la mujer le dió el apunte, no obstante, agregó─: Escucha, si tú te vas yo también voy contigo.

─¡No, no te vayas! ─interrumpió la niña, mirando a Claire con desesperación─. Cuando mi padre se fue me dijo lo mismo, dijo que iba a ayudar a mi madre pero jamás volvió, y ella tampoco. Si tú te vas, sé que jamás regresarás.

Ella hizo una mueca al ver su mayor temor y trauma, y solo era una niña. Sintió una calidez al ver como Claire la abrazaba y le prometía que nunca se iría ni la dejaría sola, tranquilizando a la menor.

─Por cierto ─dice Claire, sacandola de sus pensamientos─, ¿hay algo aquí que pueda usar como arma?

Antes de que alguno pudiera decir algo o empezar a buscar, Ella se posicionó frente a Claire y la mujer llevó su mirada al arma que le extendía, un tanto sorprendida al ver lo que portaba. Subió la mirada notando que Ella le regalaba una sonrisa.

─Algo me dice que sabes usarla ─sin embargo, el senador Davis fue el que respondió.

─¡¿Un arma?! ¡¿Tenías un arma y no lo usaste en ningún momento?!

Ella soltó un suspiro y se dió media vuelta para mirar al senador, sin ninguna expresión en su rostro.

─Lo siento pero no gasto munición en situaciones que no se requieren ─respondió de lo más tranquila, intimidandolo─. ¿O prefiere que gaste munición y luego, cuando más se necesite, no tener salvación?