1. ¡Llego tarde!

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Mierda, mierda, mierda, maldijo en su cabeza cuando la notificación de la reunión "urgente" de última hora apareció en la pantalla del ordenador.

Tomó el teléfono de la mesa y buscó el contacto, pulsando el botón de llamada.

—Lix, mi amor, mi vida, la flor más bella de mi jardín...

—Te odio —interrumpió su amigo al otro lado de la línea—. Avisa al colegio de que llegaré diez minutos tarde.

—No me digas que me odias, yo te amo más que a nada, eres increíble y te debo una cena...

—Me debes la compra durante dos meses. Tu libro de deudas aumenta a cada segundo. Y sí, te odio, pero amo a mi bebita y no voy a permitir que se quede abandonada porque su padre es un tarado irresponsable incapaz de cuidar de ella.

—Me hieres, Felix, sabes que cuido de Suni lo mejor que puedo —se quejó, con la culpabilidad atenazándole el estómago—. Es solo que esto del posible ascenso ha trastocado mi mierda de horario...

Felix bufó, masticando unas cuantas maldiciones.

—Puedo ir a buscarla todos los días, te lo he dicho mil veces, pero insistes en esperar a que queden cinco minutos para llamarme.

—Joder, Lix, creí que hoy sí lo conseguiría —se lamentó, frotando sus ojos.

—Bueno, está bien, la llevaré a tu casa y te esperaremos allí. Procura llegar para cenar.

—Por supuesto, Lixie, llevaré la cena, te amo, eres el mejor, mi vida no tendría sentido sin ti.

—Adiós, imbécil.

Jisung respiró hondo y miró al ordenador, haciendo un par de cambios más al documento antes de enviarlo. Llegaría para cenar, tenía que hacerlo porque echaba terriblemente de menos a su bebita.

Felix dejó el coche en doble fila y corrió hacia la puerta de la institución

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Felix dejó el coche en doble fila y corrió hacia la puerta de la institución. Quince minutos no eran tanto retraso, pero seguramente Suni estaría desesperada.

Odiaba que Jisung fingiese que era capaz de hacer todo por sí mismo. Esa niña tenía un padre, es decir, otro padre, aunque Han insistiera en cargarse todo sobre los hombros, no era lógico que no le pidiera ayuda al alfa. Después de todo, se suponía que estaban en buenos términos.

Entró al establecimiento y recorrió el pasillo hasta el aula de Suni. Abrió la puerta de sopetón y exclamó: —He llegado, bebita, perdón por retrasarme.

—¡Tío Lixie! — chilló ella, levantándose de la silla para correr hasta sus brazos.

La alzó y dio dos vueltas con ella, llenándole sus mofletes de ardilla de besos. Demonios, era tan parecida a su padre que daba miedo.

—¿Me perdonas por llegar tarde? —rogó, haciendo un puchero.

—Sí, siempre te perdono. Además, papá siempre llega tarde también.

LAVANDA  | Minsung | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora