6. ¿Qué haces aquí?

5.7K 621 424
                                    

—Han Jisung, Choi bujangnim* quiere verte en su despacho —le avisó una compañera.

*N/A: Bujangnim es el jefe de departamento.

Mierda, lo último que le faltaba a Jisung era que le despidieran. Bastante tenía encima como para aguantar a Hyunjin recordándole lo mal padre que era. Si le despedían, le quitaría a Suni. Estaba seguro de que aprovecharía la más mínima debilidad para arrancarle a su niña de los brazos para siempre.

«Ese alfa es idiota», sí lo era, aunque nunca lo diría delante de Felix porque sería darle la razón. Hwang se estaba portando como un hijo de puta últimamente y la discusión que tuvieron el sábado no había hecho más que agregar leña a un fuego que ardía entre ellos desde hacía tiempo. En ocasiones, Jisung se arrepentía de haberlo conocido.

«Sin el alfa idiota no tendríamos a la cachorrita hermosa», el chucho ronroneó como un gatito en su interior.

Se acercó al despacho del director con los nervios revolviéndole el estómago y las manos temblorosas. Llamó dos veces y recibió el paso. El señor Choi no era en realidad un "señor", tendría apenas uno o dos años más que él, pero seguían tratándose con el mismo respeto lejano que el primer día.

—Choi bujangnim, me dijeron que me buscaba —saludó, inclinando su cuerpo casi 90 grados.

—Sí, claro, siéntese. —Jisung lo hizo, estaba muy nervioso.

Tenía muchas ganas de echarse a llorar. Si Choi le decía que se iba a la calle, lloraría y patalearía como un bebé. En el momento en el que ese hombre le diera la carta de despido y su finiquito pensaba rogar por piedad. Y si no funcionaba, destrozaría esa oficina.

Si lo despedían, le quitaban a Suni y si le quitaban a Suni perseguiría a ese hombre hasta el fin de sus días para hacerlo absolutamente infeliz. Dejaría notas asesinas en su buzón, le pincharía las ruedas, rayaría cada coche nuevo que se comprara, dejaría caca de perro en su puerta y destruiría cualquier felicidad que pudiera ambicionar. Si Choi Soobin se atrevía a despedir a Han Jisung, estaría firmando su sentencia de muerte.

—¿Se encuentra bien? —preguntó el hombre, mirándole con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—Parece un poco... Nervioso —añadió, rascándose la nariz. Jisung se dio cuenta de que su aroma se había descontrolado un poco; gracias a dios que esa mañana había tomado un inhibidor.

—Sí, la verdad es que sí, estoy muy nervioso. No sé si he hecho algo mal...

—No, no, por Dios. Es para darle buenas noticias: le han ascendido a mánager de proyectos.

Jisung abrió mucho los ojos, la respiración se le atoró en la garganta y pensó que se desmayaría. En ninguno de los escenarios que había planteado en su cabeza estaba el ascenso. Ni siquiera teniendo en cuenta que llevaba trabajando como un desgraciado los últimos tres meses solo para eso. A Jisung nunca se le había dado bien ver el lado de las cosas.

Era más bien el rey de ponerse en lo peor.

—¿De verdad? —preguntó, en voz muy baja.

—Claro que sí, el lunes puede reunirse con el resto para que le asignen proyecto y pueda escoger al personal. Tiene el resto del día libre. Que tenga un buen fin de semana —dijo con una preciosa sonrisa.

Jisung quiso saltar encima de la mesa y besarle esos hoyuelos tan adorables. ¿Cuándo se había puesto tan guapo? ¿Por qué nunca se había fijado? ¿Estaría soltero? De pronto, le pareció un buenísimo partido.

LAVANDA  | Minsung | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora