11. Tenemos que hablar

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—Tenemos que hablar.

Había pocas cosas en el mundo que le hicieran temblar, pero Hyunjin estaba al borde de mearse los pantalones. Jeongin no olía a nada, a absolutamente nada y eso lo ponía frenético, por no mencionar esas tres palabras que planeaban sobre su cabeza como una bandada de buitres dispuesta a roer su carne hasta los huesos.

—¿De qué, Innie? —preguntó con su voz muy suave. Se acercó al sillón y se sentó a su lado intentando contener su respiración.

—Tengo que ir a casa de harabeoji* —soltó.

*N/A: Harabeoji es abuelo en coreano.

Hyunjin se tensó todavía más; cada vez que Jeongin había vuelto a casa de su abuelo, había terminado destrozado. Ese hombre era cruel con él, le hacía sentir como una basura hasta el punto de que el chico tardaba días en recuperarse. Tal vez nunca se ha recuperado, era probable. Tenía la impresión de que ese tipo de rechazo era algo de lo que no te olvidabas.

Se acercó un poco y trató de agarrarle la mano, pero sintió el ligero movimiento que hizo, así que desistió de su idea. Odiaba eso, odiaba que ese anciano hubiera echado a Innie de su casa, de su trabajo y de su familia solo por elegirlo a él. Lo detestaba tanto que quería presentarse en la casa y gritarle un montón de verdades.

—Bueno, está bien... —murmuró, pero no estaba bien—. ¿Quieres que vaya a buscarte después?

—No.

—Vale... —Frotó las manos en su regazo sin saber qué más decir—. ¿Volverás tarde?

Harabeoji ha mandado a buscarme muchas veces, no puedo seguir postergándolo.

—Ya, ya lo sé... No te estoy diciendo que no vayas, simplemente quiero saber si vendrás muy tarde... No me gusta que conduzcas de madrugada, ya sabes —explicó, pero era una burda excusa. Lo que no quería era que estuviera solo cuando saliera de aquel infierno.

—No estás entendiendo —comentó. Lo miró, confundido—. Harabeoji ha ordenado que vuelva a la casa.

—¿Qué?

—Que tengo que volver.

—¿Cómo que tienes qué volver? ¿Qué significa que tienes que volver, Innie? —preguntó, porque necesitaba tenerlo del todo claro. Su cerebro no estaba trabajando a pleno rendimiento en ese momento.

—Que tengo que irme, mañana vendrá un coche a recogerme.

—¿Jeongin, me estás diciendo que te marchas para siempre? —cuestionó, mirándolo. El chico bajó los ojos y su labio inferior tembló. Quiso abrazarlo, pero también quería gritarle porque le estaba rompiendo el corazón y esa mierda dolía como el infierno—. ¿Me estás dejando? ¿Estás rompiendo conmigo?

Su lobo arañó y aulló. No entendía, Hyunjin tampoco lo hacía. Ellos estaban bien, eran felices, llevaban casi dos años juntos. Se despertaban al mismo tiempo por la mañana, Jeongin preparaba el desayuno mientras Hyunjin se duchaba; después se iban juntos al trabajo, el omega lo dejaba en la puerta de la empresa y se marchaba al bufete. Lo recogía por la tarde, cuando no tenían más compromisos y solían parar para dar un paseo antes de marcharse a casa.

Los viernes que recogían a Suni, Innie no se bajaba del coche, pero les esperaba. Compró una Nintendo Switch aunque ya tenía la PlayStation solo para que jugaran a Mario Kart, bailaban con Just Dance y había una máquina de karaoke que se encendía solo cuando ella estaba en casa. Siempre proponía planes disparatados y divertidos para los sábados y los domingos cocinaba tortitas americanas para desayunar porque eran las favoritas de su niña.

LAVANDA  | Minsung | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora