16. ¡Tierra, trágame!

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Jisung, como prácticamente cada día de los últimos meses, se quería morir. Aunque esta vez tenía más que ver con la vergüenza que con todas las desgracias que parecían perseguirlo. 

Se bajó del autobús con la bolsa de cartón en la mano y se miró a sí mismo en la cristalera de la entrada. Camisa blanca, jersey rosa oversize, pantalón vaquero negro y zapatos: aburrido y anodino, como siempre. Lo único distinto era la camisa de cuello vuelto que tuvo que ponerse esa mañana para cubrir el chupetón que aún no se iba. Se subió las gafas y se peinó un poco.

No es que estuviera tratando de impresionar a nadie, pero por lo menos quería parecer decente, aunque su dignidad estuviera en el subsuelo a esas alturas. Entró por el pasillo fingiendo paso firme, saludó a algunos padres que se marchaban con sus criaturas de la mano. Enfiló el último tramo con su corazón acelerándose y sus manos sudando profusamente.

Tenía que encarar ese problema que había creado, tenía que ser un adulto y hacerle frente a la realidad de que había besado al profesor de Suni.

«Alfa... Grr...», el chucho movió la cola contento cuando llegó a la puerta, que permanecía abierta. Escuchó las risas antes de poder ver de quienes eran.

—¡Han Jisung! —Seungmin exclamó, con una bonita sonrisa, mientras se acercaba para darle un abrazo—. Qué bueno verte, estás muy guapo.

Se negó a mirar directamente al profesor, pero podía sentir sus ojos sobre él. Su olor estaba un poco (solo un poquito) descontrolado en ese instante y percibía el café aunque en mucha menor medida que el de Seungmin y Chan.

—Muchas gracias, Kim Seungmin —murmuró, ruborizado. Había visto al chico dos veces, pero le hablaba con una familiaridad que era imposible no apreciar—, tú estás radiante, como siempre —dijo sinceramente y el omega más alto rio un poco negando con la cabeza—. Hola, chicos...

—¡Papá! —Suni reclamó su atención con tirones de su pantalón.

—Hola, ardillita. —Se agachó y le dio un beso en la mejilla a su hija.

—¿Está papi Hyunjin en el coche? —preguntó ella. Jisung tuvo que levantar los ojos hacia el profesor porque el gruñido fue perfectamente audible.

El señor Lee tenía la mandíbula apretada y enrojeció como un tomate cuando Chan carraspeó incómodo. Han sacudió la cabeza, tratando de obviar esa reacción y como las feromonas del alfa se sentían mucho más agrias de lo que era "correcto".

—No, hoy vine yo solo.

—¿Entonces tenemos que irnos en autobús? —reclamó ella, con un puchero.

—Podemos irnos en taxi.

—¿Por qué no llevamos al señor-papá-de-Suni y a Suni, papá? —comentó Hoshi, acercándose a Bang Chan.

—No es necesario —intervino rápidamente—, tranquilos. Además, señorita, ¿se cree usted que es una princesa? —reprendió Jisung, arrodillado junto a la niña.

—Papi Hyunjin dice que soy una princesa porque él es un rey.

—¿Los reyes pueden ser pelotinto, Pa? —preguntó Hoshi mirando a Seungmin.

—¿Qué?

—El papi de Suni es un alfa pelotinto, el tío malandro se lo dijo a Suni. —Jisung miró a todos los adultos tratando de buscar una explicación.

—¡Te dije que el tío Felix es chef! ¡Me lo dijo ayer! —chilló Suni, alterada—. ¿Por qué no me escuchas nunca? —Un pucherito se formó en su labio inferior y Hoshi se puso nervioso.

LAVANDA  | Minsung | OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora