Decir que estaba en el aire era poco. Minho flotaba y su lobo bailaba como un personaje de Shinchan, dando vueltas felices con todo a su alrededor lleno de corazones. Por todas partes olía a Jisung: en el coche, en la chaqueta, en las sábanas que no pensaba lavar jamás...
Entró en casa y se encontró a Changbin sentado en el sofá. Se sentía fatal porque todavía no se hablaban más allá de monosílabos pasivo agresivos. Minho quería contarle a ese alfa malhumorado que había llevado a Jisung a casa y que lo invitó a cenar. Y también quería pedirle disculpas porque entendía que mantuviese la funda de la almohada que Felix usó prácticamente intacta.
Dejó los zapatos y se sacó la cazadora a regañadientes, no quería perder el olor de Jisung. Se acercó al sillón con la cabeza baja y se sentó a su lado. El otro se sorprendió, pero no dijo ni una palabra.
—Binnie... —murmuró—. ¿Podemos volver a hablarnos ya? —El otro alfa se removió en el sofá—. Lo siento mucho, por todo lo que te dije... Entiendo que te sientas frustrado por lo de Felix...
—Ya, claro, ahora sí lo entiendes porque tampoco quieres cambiar las sábanas —replicó, cruzándose de brazos. Sus abultados bíceps estiraron la camiseta.
—Vamos, Binnie, te estoy pidiendo perdón —rogó—, me porté mal contigo y eres mi mejor amigo. No quiero seguir como si fuéramos dos desconocidos, te echo de menos... Me siento muy solo aunque estés aquí... Llevamos tooooda la vida siendo amigos, Binnie...
Changbin se quedó callado un rato y Minho pensó que no tenía nada más que hacer allí. Suspiró con tristeza y se frotó las manos en su regazo, preparado para irse.
—Eres un imbécil —dijo por fin el otro—, siempre me haces emocionarme. —El alfa lo abrazó, aplastándolo con sus enormes músculos.
Lee casi se echa a llorar, le devolvió el abrazo con un puchero, aunque estaba asfixiándose. Lo apartó para respirar y Changbin le dio un golpe en la espalda que casi le hace expulsar un pulmón. El alfa corpulento sorbió por la nariz dramáticamente.
—¿Me perdonas, Binnie? Te prepararé bulgogi si lo haces.
—Bien, te perdono, pero solo porque estoy harto de comer fideos instantáneos —bromeó, con la voz un poco tomada.
Minho se levantó del sofá y fue a la cocina, sacando todos los ingredientes para empezar a cocinar. Pensó que ese lunes era un buen día, porque, a pesar del escarnio ante los Bang, había tenido un rato con Jisung y había recuperado a Changbin.
—Hueles a lavanda —murmuró Seo desde el sofá.
—Hoy vino Han a buscar a Suni y los llevé a casa —explicó, cortando la verdura y la carne. Changbin se levantó de un salto y se sentó en un taburete en la barra que separaba la cocina del salón.
—Mira, sé que acabamos de reconciliarnos y eso... Pero no lo entiendo, hyung. El otro día huyó de aquí como un criminal...
—¿Lo viste?
—Claro que lo vi. Os escuché llegar, pero no pensé que fuera él. Creí que habías traído a alguien para echar una cana al aire... Casi me muero del susto cuando lo vi parado en medio del salón. Y creo que él también se asustó.
Minho resopló, avergonzado y preocupado por qué Jisung se sintiera aún más incómodo con todo eso.
—Me dijo que iba a salir, que iría a la discoteca de Itaewon, Miroh, la del señor Bang...
—¿Te invitó?
—No, claro que no... Pero yo pensé que podría ir a tomar algo y encontrarlo "casualmente".
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LAVANDA | Minsung | Omegaverse
FanfictionHan Jisung lo intenta: trabaja a destajo para conseguir un ascenso, hace malabares con sus escasas finanzas, trata de no abusar de su mejor amigo Felix y, por encima de todo, quiere darle una buena vida a su pequeña hija Suni. Pero el mundo es un lu...