Yang Jeongin parecía al borde del colapso. Era como si realmente pudiera implosionar agarrado al mármol del lavabo del baño. Jisung temía que ocurriese eso. Solo había visto al omega perder los nervios una vez, cuando volvió a ver a Suni después de meses separados. ¿Qué se hacía cuando alguien tenía un ataque de pánico? No tenía ni puta idea porque solía ser él quien los tenía ante los demás.
Felix sabría qué hacer.
Por supuesto, Lixie manejó cada uno de los resbalones que tuvo Han. Y Jeongin era ahora su omega, ¿no? Debería llamarlo, sí, debería coger el teléfono y pedirle a Lee Felix que se presentara en ese baño para gestionar al muchacho que respiraba entrecortado.
—Calma, Hannie —susurró Minho cerrando la puerta del baño. Jisung no sabía cómo se había dado cuenta—, tienes que usar tus feromonas para tranquilizarlo, no para agitarlo más.
Oh, cierto, su olor se mezclaba con el sándalo de Hyunjin y el intensísimo olor a maracuyá de Jeongin. Era como cuando Felix estaba enfadado o cerca de su celo, el aroma ácido y dulce al mismo tiempo saturaba el aire, pero todavía podía sentir el de Minho y el propio. Respiró hondo, aunque su estómago se rebeló un poco ante la mezcla de sensaciones.
—Jeongin-ah, ¿puedo acercarme a ti? —preguntó Minho con extremo cuidado. El chico levantó los ojos aterrorizado.
—Tengo que ir a comer con harabeoji —contestó aleatoriamente. Jisung no sabía qué significaba eso y tampoco esperó el permiso de Jeongin para recorrer los pasos que lo separaban.
Tomó las mejillas de Yang obligándolo a mirar a sus ojos. Parecía realmente incómodo y no solo por la intensa fragancia que lo tenía mareado; sus labios enrojecidos, sus resuellos agobiados y la capa de lágrimas que contenía entre sus párpados le daban una imagen terrible de él.
—Te llevaremos a comer con tu abuelo —aseguró Jisung con una seguridad que, en realidad, no sentía—. Primero necesito que respires para mí —Eso podría funcionar, era lo que Felix le decía siempre que entraba en esa espiral de ansiedad que lo incapacitaba—, hazlo lentamente, inhala, exhala —explicó, hinchando su caja torácica de aire para mostrárselo.
Los ojos de zorro seguían perdidos, yendo de un lado al otro de la habitación, incapaces de enfocarse. Agarró la muñeca que mantenía férrea en la encimera y la acercó con dificultad a su propio pecho. Jeongin siempre estaba un poco incómodo con el contacto físico, pero tan perdido como se encontraba en ese momento, colocó la palma donde Jisung le indicó.
Volvió a respirar lentamente sin perder sus reacciones. Trató de que su olor a lavanda saliera calmado, en pequeñas oleadas para no abrumar más al chico. Sin embargo, las aspiraciones de Jeongin se hicieron más irregulares cuando tomó una bocanada de aire.
—Oye, oye, estamos aquí, Minho hyung y yo estamos aquí —insistió.
—Le prometí que no iba a ver a Hwang y le mentí —tartamudeó el más joven, con las lágrimas escapándose de la comisura de sus ojos—. Lo sabrá, huelo a él, todo huele a él, todo huele a él...
Jisung se dio cuenta de que estaba cayendo profundamente y eso lo asustó más. Tiró con fuerza del cuerpo del omega contra su pecho, aplastándolo entre sus bíceps. Pegó la cara a su cuello y arrugó la nariz cuando percibió como Hyunjin había perfumado a Innie tan posesivamente. Jesús, nunca había sentido el olor de Hwang tan fuerte y agresivo.
Hyunjin era un alfa, eso quedó claro desde que se presentó en la secundaria, pero nunca le pareció que tuviera una esencia tan ¿alfa? ¿Podría su olor a lavanda cubrirlo? ¿Podría enmascarar la obvia excitación, la tristeza, el miedo? Han lo dudaba seriamente.
ESTÁS LEYENDO
LAVANDA | Minsung | Omegaverse
FanfictionHan Jisung lo intenta: trabaja a destajo para conseguir un ascenso, hace malabares con sus escasas finanzas, trata de no abusar de su mejor amigo Felix y, por encima de todo, quiere darle una buena vida a su pequeña hija Suni. Pero el mundo es un lu...