Suni seguía quejándose mientras su padre le ponía el pantalón y la camiseta en los vestuarios. Tenía un berrinche estúpido sobre ir a dar una vuelta en bicicleta al río Han.
—Suni, ni siquiera sabes montar en bicicleta —le recordó. Ella refunfuñó, enfadada—. ¿A qué viene todo esto?
—Hoshi se fue al río Han con su papá. Yo también quería ir.
—Ya cariño, pero uno, no tienes una bicicleta y dos, te repito que aunque la tuvieras no sabrías montar.
—¡Pues enséñame! —Apretó la boca en un puchero y se cruzó de brazos. Jisung suspiró.
De nuevo, su ocupada semana terminaba con una perfecta guinda para el pastel que era su vida (nótese la ironía). No bastaba con haber soportado el humor de Felix en su celo, con las agujetas y los cortes en las manos por ayudar a terminar de montar el festival de primavera y con su obvia frustración sexual por no poder quedarse a solas con Minho; que ahora la ardillita quería aprender a ir en bicicleta.
—¿Puede ser otro día? ¿La próxima semana? —intentó razonar con ella mientras se quitaba el dobok y se ponía el vaquero y la sudadera blanca.
—La próxima semana es el festival, no podremos ir al río Han.
—Pues la siguiente.
—Para eso falta muchísimo tiempo —exclamó, levantándose de un salto del banco de madera en el que la había sentado un segundo atrás.
Jisung guardó en la mochila la ropa de ambos y se agachó a ponerse las zapatillas. Le quitó la vista de encima un segundo, pero aparentemente fue suficiente para que la malcriada escapara del vestuario.
—¡Suni! —chilló, tropezando con sus pies y cayendo de bruces. Se levantó rápidamente y corrió tras ella con un solo zapato—. ¡Han Suni, para! —Trató de alcanzarla antes de que llegara a la puerta de salida, con el corazón latiendo a dos mil por hora y el miedo haciéndolo temblar.
Aunque Jisung siempre tenía mala suerte, ese día parecía que la fortuna estaba de su lado.
Alguien abrió la puerta de la academia en el mismo instante en el que su escapista trataba de huir. La niña impactó directamente contra las rodillas del adulto, que reaccionó rápidamente agarrándola antes de que cayera al suelo. La muy víctima se puso a llorar.
Jisung terminó de recorrer el pasillo con paso veloz, cojeando por la falta de calzado en uno de sus pies, con un cabreo monumental y unas casi irrefrenables ganas de darle un azote a la pequeña. No lo haría, nunca había levantado la mano a Suni y no iba a empezar ahora. Mucho menos delante de Seo sabumnim, que la abrazó contra su pecho, consolándola.
¿Quién lo iba a consolar a él? Porque también quería echarse a llorar.
—¿En qué coño estabas pensando, Han Suni? —reprendió cuando llegó hasta ellos.
—Jisung, el lenguaje —escuchó la voz de Minho tras aquel alfa que sostenía a su hija.
—¡Ni lenguaje ni lenguaja! ¡Se escapó! —acusó, la niña lloró más fuerte contra la camiseta de Seo—. Iba a salir sola, sabe que no puede salir sola —Estaba agobiado, la posibilidad de que Suni se hiciera daño era una idea que le rondaba continuamente la cabeza. Pero era padre, era algo normal, ¿no?—. Eso no se hace, Han Suni, no puedes volver a hacer eso nunca más. ¡Podrían atropellarte! ¡Podrías perderte por ser una desobediente!
—Cálmate, Han, la niña está a salvo —defendió el sabumnim dando unos golpecitos en la espalda de la chiquilla.
—¡Pero podría no estarlo! —Estaba a punto de estallar, le picaban los ojos por las lágrimas y tuvo que tragar saliva para no romper en llanto.
ESTÁS LEYENDO
LAVANDA | Minsung | Omegaverse
FanfictionHan Jisung lo intenta: trabaja a destajo para conseguir un ascenso, hace malabares con sus escasas finanzas, trata de no abusar de su mejor amigo Felix y, por encima de todo, quiere darle una buena vida a su pequeña hija Suni. Pero el mundo es un lu...