CAPÍTULO 6

571 39 2
                                    

Mi día cómo ¿monarca?

Camelie Shellbia

Llevamos dos días en la casa de la playa, no volvimos hablar del beso o a tocar un tema parecido. Hacemos como si no fuera pasado y no me molesta, no sabría que decir si hablamos de eso.

Hemos hablado mucho, nos hemos desahogado mutuamente, no solo yo. Él también lo ha hecho y tiene muchos traumas, entiendo el por qué de las drogas.

Nos hemos acercado más en estos días, me habló de su ex. Sí, esa con la que lo ví besándose en el salón del trono.

Todas las noches cocinamos juntos y en el día siempre son múltiples restaurantes que nos traen la comida.

Hice que se viera toda Barbie en orden cronológico, desde la película más vieja a la más nueva.

Duramos todo el día desde la mañana que nos levantamos viendo Barbie, solo lo pausamos cuándo fuimos a cocinar en la noche.

Nuestros dos días juntos alejados del palacio y de todo el tema monarquico nos ha dado tranquilidad.

Se ha soltado más conmigo y veo que ya puede expresar sus emociones con un 1% más de facilidad, no crean que todo se hace de un día para otro.

Mis pensamientos ya no me están carcomiendo, cuándo tengo que dejarlos doler lo hago, cuándo tengo que desahogarme lo hago, si tengo que llorar, gritar o patalear lo hago. Lo mejor es que él está ahí, siempre está y yo siempre estaré para él.

Por más que no se note ha sufrido demasiado, por eso su personalidad de mierda. Una fachada para que no vean sus verdaderos colores, estos días se ha mostrado como es y veo que tiene una luz impresionante pero la oculta con el aura que emana cuándo está con otras personas que no sea yo.

La confianza ha llegado a un extremo muy lindo, hay límites, hay puntos en los que no llegamos y está bien.

Todo a su tiempo, todo a su hora. Nuestra hora llegará hoy, mañana o dentro de un año. Pero llegará sea como amigos, amantes, confidentes, novios, esposos lo que sea, pero se que llegará.

—¡Estrella! —lo llamo desde la cocina— ¿me traes mi teléfono? por favor.

—¡No! —me devuelve el grito desde el cuarto— ven a buscarlo.

—Si voy a buscarlo no cocino —le grito para que escuche.

Viene desde la habitación con una cara de pocos amigos, me mira feo y extiende su mano con mi teléfono en ella.

—Si me vas a mirar feo no me mires —tomo mi celular de su mano— me miras bonito o no me mires.

—Que delicada —alza las manos en son de paz.

Contesto una llamada de Cummiliz y me dice que nos va a venir a visitar. Que esté pendiente y no le vaya a decir a nadie.

Terminamos de desayunar, nos vamos en mi carro hasta la nueva capital de Summum, Platino; está ubicado en el centro del reino.

Llegamos a el castillo y apenas entró llega el consejero a decirme todo lo que tengo pendiente. Mis padres me dejan todo a mí, solo autorizan mis acciones.

Oficialmente empieza mi día cómo monarca.

Dios, tengo cuatro reuniones la primera con el consejo de guerra, la segunda con el consejo social, la tercera con el consejo económico y la última con el consejo monarca.

Es dónde todos los monarcas o herederos de una monarquía nos reunimos para hablar distintos temas respecto al reino.

Termino agotada de todas esas reuniones y discusiones, porque el consejo de guerra son unos hombres machistas que siempre me hacen menos.

LO BUENO DE LA GUERRA [BIOLOGÍA CM #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora