CAPITULO 23

272 24 4
                                    

Para que te enamores de las
estrellas.

Mikele.

Desde que el hijo de puta de Leo se llevó a Camelie mi cordura ha estado colgando de un hilo.

Los hombres de Leo mataron a 42 de mis guardias, y yo tengo una herida superficial en el brazo derecho.

Aquí estoy, con Doménico, Luegan y Maliet tratando de idear un plan para salvarla, está vez quiero escalar, no algo tan sencillo.

— Rey Mikele, debería dejar de meterse en esos problemas que no le incumben.

—Cállate si no vas aportar nada, Luegan.

— ¿Mis padres ya se fueron?

— Sí, príncipe Maliet, llegan a Londres al atardecer.

Doménico me hace una seña para que lo siga y lo hago, no he dejado de pensar en como rescatar a Camelie, hace unas horas se la llevaron y no he estado tranquilo desde entonces.

¿Por qué será?

Tú sabes porque.

— Mikele, mis hombres ya vienen hacia acá, llegan mañana al anochecer.

— ¿Cuántos son?

— 50 hombres, con municiones y armas.

— Está bien, trataré de idear algo, cualquier cosa me avisan, estaré en la sala de operaciones.

Asiente y me voy, al llegar a la sala he descartado muchos planes por sencillos e imprudentes.

Tomo asiento en la cabecera y me pongo a dibujar un prototipo de algo especial, un regalito.

Duro horas dibujando, arranco las hojas y vuelvo a empezar, así una y otra y otra vez, hasta que por fin uno me convence, después de horas sentado dibujando un prototipo al fin uno me logra convencer.

Le pido todos los materiales que necesito a Luegan para que me los consiga, mientras subo y me quitó el vestuario que tenía para la coronación, ya me estaba asando con eso puesto.

Me doy un baño rápido y salgo, me pongo un traje sin corbata ni chaleco, ya que pues gajes de ser rey.

Mañana empieza oficialmente mi reinado, tengo que dar como cinco discursos, ir a dos galas benéficas, supervisar la construcción de SoDale, sin mencionar las reuniones con los consejos, dar el visto bueno a los nuevos reclutas del ejército y cosas que me dan dolor de cabeza solo mencionar.

Yo quería ser un mafioso, pero en esta vida no todo se obtiene.

Deja la estupidez.

Salgo de mi habitación y me voy a el jardín trasero que hay una casa que es precisamente para todo lo químico que quiera hacer, ya está equipada con todo lo necesario y las cosas que le mandé a pedir a Luegan.

Me pongo armar el regalito y me demoró demasiado y no he completado ni el 2% de eso.

La noche se va y llega el día conmigo armando el regalito, no tengo hambre, no tengo sueño, solo necesito terminar de armar esto.

— ¿Rey Mikele, que hace así? En una hora empieza la asamblea nacional, debe estar listo ya.

— Cancela la asamblea, Luegan.

— No puedo hacer eso.

— Lo bueno se hace esperar. Necesito que consigas a los mejores para que terminen de armar esto mientras vuelvo.

LO BUENO DE LA GUERRA [BIOLOGÍA CM #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora