Avanzaron sobre las ruinas que hace momentos parecían seguras, y a pesar de sus diferencias, caminaron como un solo grupo. Las vibraciones en el suelo generaban una sensación de hormigueo bajo los pies, dificultando el avance a través de los escombros en el camino. Exploraban el lugar con dificultad, casi a ciegas, confiando en la memoria y la intuición.
Miraron hacia la izquierda y divisaron el hoyo que habían utilizado para encender la fogata y del cual rescataron a Alan. Adelantaron los fragmentos de piedra donde habían estado sentados hace apenas unos momentos, experimentando un extraño sentimiento de nostalgia. Resultaba curioso cómo podían tomar afecto por un lugar que los había mantenido prisioneros. A pesar de ello, en medio de la adversidad, este rincón del bosque les había otorgado un breve respiro.
—Hace poco nuestros problemas parecían más simples —comentó Hugh en voz baja.
Cuidando de no ser vistos, mantuvieron una postura vigilante mientras avanzaban hacia la zona segura de Guinevere. La abertura en la reja era historia; incluso Hugh podría atravesarla si quisiera, aunque en el fondo no estaba entusiasmado con la idea. Uno a uno, pasaron por el agujero hasta encontrarse al otro lado. Alan iba al frente, seguido por Lilith. Shannon, en cambio, estaba último en la formación y se disponía a cruzar la verja cuando la vibración de las pisadas se detuvo.
Se miraron las caras ante el estruendo de un golpe que se encontró con el suelo de forma inesperada, de tal magnitud que las rejas se estremecieron y los objetos que estaban por caer, cayeron.
Una línea de aves voló de improviso desde mediados de la arboleda, transmitiendo una serie de sonidos a la distancia, llamando la atención de todos los presentes en esa dirección. Si un ave nocturna era mal augurio, preocupaba lo que pudiera significar una parvada completa.
De pronto, se escuchó un sonido en el aire: algo desconocido para ellos, compuesto por un único tono muy grave, cuya onda hizo mover las hojas en los árboles y espantó al resto de las aves en el bosque. Surgió como un rugido arrojado al viento, que duró tres segundos y, al estar cerca de terminarse, fue acompañado de otro gran golpe contra el suelo. Todo parecía darle la razón a Saraid, ellos habían llegado.
—¿Qué fue eso? —preguntó Shannon, deteniéndose junto con el resto.
—No presten atención, sigan adelante —dijo Lilith, tratando de mantener la calma. Pero justo cuando intentaron reanudar la caminata, escucharon otro sonido, esta vez más definido y claro.
—¡Yo-ho! —gritó una voz que se prolongó en el tiempo, con un tono igual de grave y potente. Las cuerdas vocales del emisor parecían resonar cual placas tectónicas. Al final de la frase, una serie de fuertes pisadas al unísono hicieron temblar el terreno, provocando que los escombros en las ruinas se desplazaran.
—Qué fácil es decirlo... —añadió Hugh. A medida que se alejaban de la mesa que habían utilizado como refugio. El sonido perdido a lo largo del pequeño valle los invadió, el mismo valle que separara las ruinas de los primeros árboles y que diera acceso a todo ese follaje llamado bosque.
Fue sencillo tasar un antes y un después, por que luego de aquel segundo impacto inició un retumbar de pasos que se escuchaban a la distancia. Parecían estar coordinados con los cánticos imposibles, esos que consiguieron marcar el viento y con él los pensamientos de los herederos. Los sonidos se propagaban hasta las ruinas, mientras las aves abandonaban el área y cientos de plumas negras flotaban en la parte baja de las nubes.
Desde entonces, los cantos no hicieron más que incrementar.
A partir de una sola voz, la segunda expresión a través de oídos humanos se escucharía como: «Troll kalla mik». Imitando el ritmo de la primera, ese «Yo-ho», hasta cerrar con otra fuerte pisada. En un tono lo bastante grave, las frases quedaban separadas en dos partes, perpetuando las notas bajas en la primera y en la última palabra. Con toda seguridad, estos versos estaban destinados a ser escuchados a lo largo del recorrido.
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Evermore: niños perdidos
FantasíaJóvenes brujos, herederos de las antiguas castas del Egni, se encuentran reunidos de manera inesperada en un enigmático bosque, cuyas puertas solo se abren a quienes han alcanzado cierta edad. A medida que desentrañan sus conexiones ancestrales y do...