Cap V - II

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Ériu se encontraba en el cuarto puesto de la fila, contando desde el mensajero norte; estaba situado delante de Marco y a un lado de Víktor. A medida que avanzaban, el pelirrojo no podía evitar preguntarse acerca de la misteriosa luz que divisaba a lo lejos y si sería seguro acercarse a ella. Ahora que había comprendido que estaban en el verdadero Annwn, esas interrogantes cobraban aún más importancia en su cabeza. Se sentía intrigado por lo que aquella luz ocultaba, pero también experimentaba cierto recelo ante los posibles peligros que pudiera albergar.

Debatía en su interior entre el riesgo y la seguridad, tratando de tomar una decisión. No quería comprometer sus principios ni su instinto de supervivencia. La idea de enfrentar ambos dilemas le desagradaba, ya que no deseaba adoptar la misma actitud que Víktor o Marco al catalogar a ciertos miembros del grupo como prescindibles. Para él, cada vida tenía valor y merecía ser protegida.

En su mente, se repetían las maquinaciones de un líder manipulador: «Que Arthur actúe de mensajero en un puesto de centinelas por ser incapaz de ver bien, forzar disidentes a ocupar puestos de mayor riesgo o separar a Brígh de mí para mantenerme ocupado. Todos estos movimientos, cuidadosamente ejecutados por la mente de un psicópata, con el fin de mantener el control», reflexionaba con amargura.

Se sentía atrapado en una encrucijada.

Comenzaba a reconocer que, como líder, a veces era necesario tomar medidas drásticas para asegurar la supervivencia del grupo, incluso si eso significaba actuar en contra de sus propias creencias. Estaba absorto en sus pensamientos, desconectado de las palabras de aquellos a su lado, rememorando los eventos recientes que lo habían llevado a ese lugar junto a Víktor, y alejado de Brígh.

—Viene siendo hora de movernos —dijo Marco, en aquel lugar del bosque, poco después de ser elegido como líder—. Vamos, chicos, a trabajar.

—¿Movernos adónde? Genio —replicó Scarlett, incapaz de contenerse y expresando sarcasmo hacia la primera orden.

—Oye, lamento que hayamos tenido un mal comienzo, pero todavía creo que nuestra relación tiene remedio —respondió Marco, poniendo su mano en el hombro de la niña—. Verás, hemos visto una fogata en lo profundo del bosque. Todos necesitamos calor, pero ¿qué sería mejor que hacer una fogata por nuestra cuenta?

Mantuvo en su cara una expresión de expectativa, esperando una respuesta obvia mientras absorbía el aire, pero la respuesta no llegaba. Al final, Marco se dio por vencido y continuó diciendo:

—En ese caso, podríamos aprovechar la fogata que ya está hecha. De esta manera nos ahorraríamos tiempo, energía y esas cosas. Les mostraré dónde está. —Exponer información sensible de forma tan directa implicaría enfrentar diversas opiniones. Ya tenían un plan frente a la fogata y nadie estaba al tanto, pero eso formaba parte de la batalla que estaban librando en ese momento.

—¿Habían visto una fogata y decidieron no decir nada? —intervino Ériu, exigiendo una respuesta más rápida ante la situación. Algunos preferían discutirlo bien antes de confrontar a Víktor, pero el pelirrojo no estaba dispuesto a esperar demasiado.

—Digamos que algo así —respondió el niño Vance sin dar detalles concretos—. Veamos las cosas de esta manera: ese lugar podría ocultar nuestra ubicación y servirnos para entrar en calor, pero no convenía que alguien actuara sin pensarlo. Y Siempre podremos volver si algo sale mal.

—En pocas palabras, planeas usar a los dueños de la fogata y si "algo sale mal" —agregó Ériu mientras hacía un gesto con los dedos—, podríamos volver. No deberían callar ese tipo de información si todos estamos juntos en esto. Los más seguro es que sean niños como nosotros, y cualquiera de ellos podría necesitar ayuda.

Evermore: niños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora