Cap X - Seekers & Reapers

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El muchacho siguió adelante por el camino que se bifurcaba detrás de la tribuna central, mientras las palabras de Thando Jafari resonaban en los oídos de quienes rodeaban el lugar. En su avance, Alan fue avistado por guardias y seekers que estaban atentos a la seguridad, mientras el bullicio se detenía debido a la improvisación de la escena.

Eran Rowan y Theon, los dos acólitos, quienes caminaban junto con el niño Adler. Alan se cubría con la misma túnica añil que llevaba el resto de sus compañeros. No se detuvo a observar su entorno más allá de lo necesario para orientarse; mantuvo su rostro oculto bajo la capucha todo este tiempo, al igual que los demás niños en ambas tribunas.

A medida que avanzaba hacia el círculo del pacto, los niños de Erebu y Asu lo miraban con curiosidad.

«Todavía falta alguien», era el murmullo que se escuchaba entre los presentes, apenas perceptible. El sonido pretendía ser repetitivo, viajando en el aire a través de ambos caminos, mientras la voz del regente afariano anunciaba que los herederos de Erebu habían decidido evitar la pelea.

La atención de la mayoría se centraba en el círculo del pacto, esperando que alguien decidiera mantener la "tradición", mientras que otra parte de los presentes fijaba la mirada en el niño que se aproximaba a un lado: el último en unirse a la ceremonia.

Un Liam debilitado por la picadura regresó del círculo y continuó su camino de regreso a su puesto en la tribuna. En el trayecto, se cruzó con otro heredero sin darse cuenta de que se trataba de Alan. La sorpresa se reflejó en su rostro, ya que no podía explicar cómo había otro participante cuando se suponía que él era el último.

—¡Es suficiente, regente Thando! —aseveró Zachary Angus con voz firme, intentando poner fin a la situación. Sin embargo, sus palabras fueron ignoradas por el obstinado regente de Afar.

—¡Hoy honraremos esta ceremonia como corresponde, con un enfrentamiento entre la línea de Erebu y la línea de Afar! —respondió, golpeando el suelo con su bastón—. Ya sea que un heredero de Erebu elija defender el honor restante de tu rama, o que uno de tus niños decida respetar la tradición. ¡Farah! —gritó, llamando a uno de los guardias que lo acompañaban.

La figura espeluznante del hombre con la capa raída se movió a su costado, emitiendo un siniestro tintineo de llaves al caminar. Ambos estaban a un lado del círculo, justo cuando el niño Adler emergió del corredor que separaba la tribuna de Asu de la central. Thando lo vio y, en su interpretación sesgada, creyó que era una respuesta a su desafío.

—¡Al fin! Supuse que no sería uno de tus seekers —exclamó Thando, emocionado—. Farah suele tener ese efecto a ambos lados del portal.

Aunque Thando pretendía ridiculizar a los erebuenses con su afirmación, era innegable la fama del asesino Farah Darzi.

Este individuo era uno de los Reapers de la rama de Afar, considerado el más letal entre ellos. Los Reapers eran conocidos como cegadores, encargados de ocultar o destruir la vida. Su reputación se había forjado en base a su brutalidad y falta de escrúpulos al llevar a cabo sus misiones. El término "Reaper" se había hecho famoso entre los egnebs, aunque su origen exacto seguía siendo un misterio. Reconocidos por las ramas como implacables asesinos, estaban dispuestos a todo para cumplir con su objetivo, sin importar las consecuencias.

Eran el equivalente a los Seekers de Erebu o a los extintos Shinigamis de Asu: cazadores de almas o dioses de la muerte en lengua ordinaria. Una división que se hizo famosa como ente sobrenatural y que desapareció sin dejar rastros poco antes de la intervención del magisterio.

De los tres nombres, dos de ellos adquirieron un significado en el mundo contemporáneo, mientras que el término "Seeker" seguía sin ser conocido. Por esta razón, Berkant los describió en su libro como asesinos que se movían entre las sombras, y ganaron fama en las tres ramas como un enigma.

Evermore: niños perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora