IV.

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-¿Estás segura de esto?

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-¿Estás segura de esto?

El coche quedó estacionado frente a la facultad, y mi mirada se encontró a la de Max. No habíamos vuelto a hablar sobre lo que había pasado esa noche; aquella en la que había estado a punto de perder la cabeza y lanzarme a sus brazos, olvidándome de todo.

-Lexie, no tienes por qué volver a clase tan pronto...

-Quiero hacerlo. Me vendrá bien.

Intenté alcanzar la bolsa con mi ropa para bajarme de ese coche cuanto antes, pero la mano de Max alcanzó la mía, y me quedé completamente paralizada. El contacto de mi piel con la suya me provocó un latigazo de electricidad que me dejó helada.

Mi mirada se volvió a encontrar con la suya, que reflejaba auténtico temor. Y me asustó a mi, pues jamás había visto a Max tan preocupado. Él no era así. Él siempre era la persona que mantenía la calma cuando ya todos habíamos perdido la cabeza. Él era la tranquilidad que todo el mundo necesitaba.

Pero ese día, era diferente. Ese día vi el miedo reflejado en sus ojos.

-Tenemos que hablar sobre esa noche...

-No hay nada que hablar, Max -corté tan pronto como vi el rumbo de la conversación.

-No tenía que haber dicho aquello, Lex. Sabes que no es verdad; sabes que significas mucho para mi.

Me quedé en completo silencio, sin saber muy bien qué decir. "Significas mucho para mi." ¿Cómo interpretaba yo aquellas palabras? ¿Era un "te quiero, eres la hermana de mi mejor amigo" o era un "joder, me muero por ti"?

Su mano apretó la mía con fuerza, haciéndome suspirar. Estaba jodidamente enamorada de él. A decir verdad, llevaba años enamorada de Max. Supongo que me di cuenta en el mismo instante en el que lo vi por primera vez en casa, jugando en el salón con Fynn.

Todavía puedo recordar cómo mi hermano me había intentado echar para poder jugar ellos dos solos, pero Max me había invitado a quedarme para poder unirme a ellos, que estaban construyendo algunas figuras de Lego.

Sí. Diría que ese fue el momento en el que Max llamó mi atención por primera vez. Lo vi ese día y supe que sería incapaz de olvidarme de él, que pasarían los años y yo seguiría estancada en aquel instante.

-¡Vamos, Lexie! Va a empezar el ensayo.

La voz de Jeffrey y unos golpes en la ventanilla del coche me hicieron sobresaltarme. La mano de Max soltó rápidamente la mía, como si de pronto se hubiese dado cuenta de lo que estaba haciendo, como si de repente tuviese miedo.

El moreno de ojos negros me miraba desde fuera del coche. Era mi compañero de la función que estábamos a punto de representar, y esos últimos meses nos habíamos vuelto inseparables. Era tanto así que mi propio hermano me había preguntado si éramos algo más que amigos.

Salvation | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora