XXXI.

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La temporada fue decepcionante tanto para Max como para Charles, así que no fue una sorpresa que ambos se alegrasen al cruzar la línea de meta en el último Gran Premio del año

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La temporada fue decepcionante tanto para Max como para Charles, así que no fue una sorpresa que ambos se alegrasen al cruzar la línea de meta en el último Gran Premio del año. El holandés había quedado primero, y Charles segundo. Al menos aquellos puestos les darían una pequeña alegría final en una temporada que era para el olvido.

Es por eso que, nada más bajarse del podio, decidieron que lo mejor que podían hacer aquella noche era celebrarlo. Esa noche celebramos la vida en la Isla de Yas, en Abu Dhabi. Lo hicimos brindando, bebiendo todos juntos sin fijarnos en qué hora marcaba el reloj. Ni siquiera nos habíamos vestido para la ocasión. Tanto Max como Charles todavía llevaban los polos de sus equipos, y yo llevaba puesto un vestido rosa de tirantes, de falda corta y vaporosa que dejaba al descubierto mis piernas trabajadas por el ballet.

Quizá no deberíamos haber bebido aquella noche, pues a veces el alcohol nos lleva a hacer cosas que jamás haríamos estando sobrios. Como, por ejemplo, acercarme a Charles cuando Max recibió a Christian en el enorme yate en el que se estaba celebrando la fiesta.

Lo hice con una copa en mano y llenándome de valor. No había vuelto a hablar con Charles desde que se ofreció a contarle nuestro secreto a Max. No era cómodo para ninguno de los dos. Ambos sabíamos perfectamente lo que sentíamos el uno por el otro, y no era algo recíproco. Jamás lo sería mientras tuviese a Max en mi vida.

-Has hecho una buena carrera -le halagué mientras él daba otro trago a su gin tonic.

-He terminado segundo. Siempre detrás de Max, ¿eh? -su comentario hizo que yo negase con la cabeza. Habíamos dejado de hablar de carreras para pasar a hablar de la vida en general. No negaré que se me retorció un poco el corazón al escucharle. Quería a Charles, aunque no de la misma manera en la que él me quería a mi. Y, aún así, me dolía verlo sufrir.

-Charles, yo...

-No hace falta que digas nada, chérie. Tu amiga ya me amenazó suficientemente en tu cumpleaños.

-¿Juls? -pregunté algo sorprendida.

-Sí. Me dijo que me quedaría sin pelotas si me metía de nuevo entre Max y tú -explicó volviendo a beber de su copa. Suspiré profundamente, mirando al suelo para no tener que enfrentarme a sus ojos y a la manera en la que me miraban, de esa forma tan profunda e intensa. -Chérie, ¿por qué no se lo decimos de una vez?

-Charles, no -advertí de forma rotunda.

-Escúchame -pidió poniendo sus dedos en mi barbilla para hacer que levantase la mirada de nuevo. -No duermo por las noches, chérie. Me está comiendo la culpa. Necesito decírselo a Max.

-Charles, te estoy diciendo que no.

-Juls piensa igual que yo. Ella también cree que deberíamos decírselo a Max -fruncí el ceño, sintiéndome ligeramente traicionada por mi amiga, que parecía estar más de parte de Charles que de la mía.

Salvation | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora