Día de Nochebuena
-¿Seguro que no te importa? -preguntó Max una vez más. Había perdido ya la cuenta de cuántas veces me había preguntado qué me parecía el hecho de que su familia viniese a pasar la Nochebuena con nosotros a Mónaco.
¿Qué me iba a parecer? Simplemente genial. Sobre todo por el hecho de que Jos no formaba parte del grupo que llegaría aquella tarde. Era la condición que Sophie, la madre de Max, había puesto para pasar ese día con su hijo.
Y ella no era la única en venir. También estaría allí su hermana, Victoria, acompañada de su pareja y sus hijos. Y esa era la parte que más me emocionaba. Siempre me habían gustado los niños, y los sobrinos de Max todavía más. Eran juguetones, pero a la vez estaban bien educados. Eran de esos niños que te despertaban el instinto de maternidad por muy dormido que lo tuvieses.
-Estoy encantada de que vengan -aseguré una vez más, antes de tomar mi bolso, dispuesta a salir de casa. -Y por eso voy a comprar un vestido para la ocasión.
-Si necesitas...
-Tengo dinero, Max -no estaba mintiendo. Todavía guardaba gran parte de la herencia que Fynn me había dejado. El propio Max me había prohibido tocar aquel dinero; tan solo para cosas importantes. Aquel sería el primer capricho que me daba.
-Pásalo bien, entonces. Y escoge el más sexy que encuentres, que ya me encargaré yo de quitártelo -dijo tomando mi cintura para acercarme a su cuerpo.
Sonreí de manera inconsciente cuando sus labios encontraron los míos de una forma pausada pero a la vez arrebatadora. Y tuve que recordarme a mi misma que Juls me esperaba, pues mis instintos más primarios estaban a punto de tomar el control de mi cuerpo.
-A la noche, ¿vale? Cuando todos se hayan ido -Max reaccionó con una mueca de tristeza cuando dejé un último beso sobre sus labios. -Juls me está esperando, y ya llego tarde.
-Pues como siempre. Estará acostumbrada ya, la pobre.
-Esta vez es por tu culpa. Si no me hubieses entretenido en la ducha...
-Se te veía muy descontenta, sí... -su sonrisa pícara hizo que riese a carcajadas antes de abrir la puerta de casa.
-A la noche -prometí una vez más antes de darme media vuelta y salir.
Lo hice con una sonrisa dibujada en mis labios; una imposible de borrar, porque aquello era lo que conseguía Max todos los días. Se me hacía incluso difícil recordar aquella época en la que mi vida había sido de color grisáceo. No había pasado tanto tiempo, pero él había conseguido que olvidase todo de un día para otro.
Juls me recibió en el portal con una enorme sonrisa. Siempre le había gustado ir de compras y, además, sabía que aprovecharía aquella tarde para hacerme cualquier pregunta sobre mi relación con Max.
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Salvation | Max Verstappen
RomanceLexie acababa de perderlo todo. Era una bomba a punto de explotar. Y Max... Max simplemente estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible por verla feliz.