Capítulo larguísimo porque la ocasión lo merece, amores...
Jugué con mis manos, pensando en si hablar o no, mientras veía a Lex cómo bebía el café del desayuno. Estaba jodidamente hermosa, y no es que se hubiese puesto nada fuera de lo normal. De hecho, tan solo vestía con unas medias blancas, un maillot negro y su falda semitransparente del mismo color. Todavía no se había recogido el pelo, porque lo odiaba, y siempre lo hacía en el último minuto.
Pensé en si sería demasiado precipitado, en si se asustaría en cuanto abriese la boca o se lo pidiese. Quizá era verdad y era demasiado pronto, pero tan solo tenía ganas de hacer todo a su lado.
-Lex... -dije su nombre en su susurro para llamar su atención. Ella levantó la mirada y en el momento en el que sus ojos azules se encontraron con los míos sentí que el corazón se me saldría del pecho.
-Max, ¿estás bien? -preguntó con una pequeña sonrisa, poniéndose en pie para acercarse a mi.
Si algo había cambiado entre nosotros los últimos días era que Lexie parecía haber perdido algo de la vergüenza que había tenido en un principio. Y yo estaba jodidamente contento.
Su mano acarició mi mejilla mientras sus ojos parecían querer atravesarme el alma. Y estaba seguro de que, si se lo proponía, sería capaz.
-Quiero... quiero pedirte algo -dije con la voz temblorosa. Los labios de Lex se entreabrieron por el desconcierto mientras yo me quedaba embobado con lo perfecto que era su rostro. Jamás me cansaría de mirarla.
-Max, dilo ya. Me estás poniendo nerviosa -confesó liberando una risa nerviosa que a mi me pareció de lo más tierna.
-Esta semana es la carrera de Mónaco... -empecé a hablar.
-Ya te dije que iría -me cortó, sin borrar aquella sonrisa que me volvía loco.
-Es que... hay algo más. La familia real organiza una cena de gala en el casino de Montecarlo para el ganador de la carrera, y he pensado que, si gano este año... bueno... me gustaría que vinieses conmigo.
Sus labios se entreabrieron por la sorpresa y, por un instante, temí haberla asustado. Quizá no era tan buena idea invitarla a venir, por más que me muriese de ganas por tenerla a mi lado toda la noche.
-Lex... si no quieres, no hace falta -me apresuré a aclarar. Lo menos que quería era agobiarla.
-¡No! Sí que quiero -contestó, al fin, sonriendo tímidamente. -Es solo que... me ha pillado un poco por sorpresa -admitió riendo, algo que me hizo sonreír a mi también.
-Entonces, ¿vendrás conmigo? -pregunté de nuevo para asegurarme, porque todavía me parecía surrealista.
-Sí, pero para eso tienes que ganar... -bromeó para después morderse el labio inferior. Me encantaba cuando lo hacía, porque todas las imágenes en mi cama volvían a aparecer en un abrir y cerrar de ojos.
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Salvation | Max Verstappen
RomanceLexie acababa de perderlo todo. Era una bomba a punto de explotar. Y Max... Max simplemente estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible por verla feliz.