XIV.

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-Necesito tu ayuda -le dije a Max nada más atravesó la puerta de casa, con la bolsa de deporte sobre el hombro después de un largo entrenamiento

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-Necesito tu ayuda -le dije a Max nada más atravesó la puerta de casa, con la bolsa de deporte sobre el hombro después de un largo entrenamiento.

Se estaba preparando ya para la siguiente carrera, que sería ese mismo fin de semana. Todavía llevaba puesta su ropa de deporte, completamente pegada al cuerpo por el sudor. Tuve que controlarme y tragar saliva para no hacer lo que se me pasó por la cabeza en aquel instante.

-Joder... Vaya recibimiento, ¿no? -preguntó nada más mirarme de arriba a abajo, centrando toda la atención en el maillot de baile que me había puesto.

Era sencillo; completamente negro, con escote en forma de corazón, unos tirantes finos y una falda de seda extremadamente corta y transparente que me permitía moverme con facilidad. Siempre había soñado con algo así y Fynn, antes de irse, me había dejado un sobre con algo de dinero para que cumpliese aquel sueño.

-Me gusta esta parte -dijo Max señalando su propio pecho. Me sonrojé ante aquel cumplido. Jamás había tenido unos pechos exuberantes, pero sí tenían una forma que siempre me había gustado. -En serio, Lex. Te queda realmente bien.

-He comprado otro igual pero en rosa, porque no sabía muy bien por cuál decidirme, pero lo devolveré.

-No lo devuelvas -dijo sin dejar de sonreír.

-Es mucho dinero, Max. No me lo quiero gastar en dos prendas iguales.

-Lo pago yo -dijo sin pensarlo, sin borrar tampoco aquella sonrisa que me volvía completamente loca.

-Max...

-Tómalo como mi regalo de final de curso... bueno, mejor dicho, de etapa -corrigió, haciendo que yo también sonriese.

Apenas quedaban tres meses para terminar, pero yo ya me moría de ganas por hacerlo. Necesitaba tomar aire, respirar con tranquilidad. Necesitaba romper con todo, sentirme libre por una vez en mi vida y poder hacer lo que me viniese en gana.

-No puedes devolverlo cuando te queda así...

Max se fue acercando poco a poco, cada vez más y más. Y yo sentí que el corazón se me saldría del pecho cuando su mano se posó sobre la parte baja de mi espalda, allí donde ya empieza a formarse una curva ascendente. Y tan solo el simple roce de su mano conseguía que aumentasen mis pulsaciones. Aquel era el poder que tenía Max sobre mi cuerpo. Era realmente débil cuando se trataba de él.

-Es una tela realmente fina... -susurró cuando pegó su cuerpo al mío, sin dejar ni un solo centímetro de distancia, y mis pezones erectos se notaron a través de la tela. Entre sus dedos, tomó el tirante del vestido con la clara intención de bajarlo por el hombro. -Si quieres que pare...

-No -contesté mirándole a los ojos. Era raro pero, con mi mirada clavada en la suya, no estaba sintiendo ni un ápice de vergüenza en aquella situación tan íntima. Era tan solo adrenalina por algo nuevo que estaba descubriendo.

Salvation | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora