XIX.

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-Lex, he pensado que hoy, cuando acabes las clases, podría ir a recogerte

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-Lex, he pensado que hoy, cuando acabes las clases, podría ir a recogerte. Podemos comprar unas flores e ir al cementerio a dejarlas. Ya sabes que hoy...

-Se hacen tres meses -habló ella dándole vueltas al café, aquel al que no le había dado ni un sorbo. Estaba sobre la encimera, al igual que las tostadas que le había preparado y las que también se había negado a comer. -No voy a ir.

Su respuesta me paró el corazón. Y es que habló fríamente, sin ningún signo de sentimiento. Aquello era lo que más me dolía. Era como si se mostrase impasible a todo tipo de dolor, como si tratase de esconderlo en un rincón de su corazón para hacer como si no existiese.

-Lex...

-No quiero ir -contestó de manera firme.

-Tan solo es llevar unas flores. Solo eso -insistí. Sabía que acabaría arrepintiéndose de no ir, que sería un remordimiento para ella.

-¿Es que tú no entiendes un "no" por respuesta? -por primera vez desde que habíamos empezado a hablar, levantó la mirada del café. Tenía el ceño fruncido, y sus ojos azules habían tomado un tono frío que jamás antes había visto.

-Vamos, Lex. Por favor. Son solo unas flores... -estaba suplicando, y no me daba ningún tipo de vergüenza. Lo haría por ella.

-¡He dicho que no! -exclamó dando un golpe sobre la encimera, levantándose de la silla de inmediato. Jamás la había visto así. Lexie jamás se alteraba, jamás levantaba la voz, jamás perdía los nervios. -¡No quiero ir, joder! ¿Es tan difícil de entender?

Sus ojos se llenaron de lágrimas e, inmediatamente, me sentí la persona más horrible del planeta Tierra. Pero también me di cuenta de algo. Desde su funeral, Lexie no había llorado por Fynn en ningún momento, tan solo después de aquella maldita pesadilla.  Apenas hablábamos de él y últimamente, cuando lo hacíamos, ella cambiaba de tema.

-Lex, siento mucho si me he pasado, pero si necesitas hablar...

-Me voy -dijo antes de que yo pudiese seguir hablando.

E incluso antes de que me ofreciese a llevarla en coche al ensayo, se marchó. Huyó tomando su bolsa de deporte, sin decir nada. Ni siquiera hubo un beso de despedida, de esos que nos dábamos todos los días y que siempre nos negábamos a romper.

Pero esa mañana no hubo nada de cariño ni complicidad. Simplemente se fue, dejándome completamente jodido y pensando en qué podía hacer para hacer que Lexie se enfrentase a la realidad.

𝄞

-Max, no creo que sea buena idea... -murmuró Charles sentándose a mi lado en el sofá.

Había ido a su casa para poder hablar con él. Charles era la única persona, a parte de Lexie, con la que podía hablar de cualquier cosa sin miedo a ser juzgado. Y, en ese momento, necesitaba desahogarme con alguien, pero también necesitaba consejos, y los de Charles siempre eran los mejores.

Salvation | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora