-Max... No sé, no me convence -dije todavía dubitativa.
-¿No te convencen unas vacaciones en Cerdeña? -preguntó él con una pequeña sonrisa ladeada mientras ambos comíamos.
-Es que... los ensayos, que la gente nos pueda ver... -me fijé en su expresión, que cambió rápidamente de la felicidad al desconcierto. Me arrepentí al instante de cómo había sonado lo que acababa de decir. -No me avergüenzo de ti -puntualicé rápidamente antes de que él hablase, porque sabía perfectamente lo que iba a decir.
-Entonces, ¿cuál es el problema de que nos vean?
-Pues... -suspiré profundamente, pensando en cómo expresarme para no sonar extremadamente directa o cortante. -Max, todas tus parejas hasta ahora han acabado en las portadas de revistas o en páginas web en las que todo el mundo las critica y despedaza, insultándolas por cualquier cosa. Y yo no quiero eso.
Ésta vez el que suspiró fue él. Quizás lo que acababa de decir no era lo ideal o lo que Max esperaba oír, pero era la realidad. Con él siempre era así. Anne, su anterior pareja, le había dejado porque no había sido capaz de soportar la presión mediática, el verse examinada con lupa, el leer comentarios en redes sociales, muchas veces sobre su aspecto y lo poca cosa que les parecía para Max.
Y él no era el culpable de todo aquello pero teniendo en cuenta cómo estaba yo en aquella época, sabía que aquello podía ser el punto de inflexión para que me derrumbase del todo.
-¿Y si invitamos a más gente?
-¿Qué gente? -pregunté algo asustada.
-A mi familia, a los Leclerc... Así tampoco nos aburriremos -me paré a pensarlo porque, en realidad, poco había ya que me echase atrás. Si había más personas a nuestro alrededor, era poco probable que nos relacionasen y, por tanto, que la prensa se centrase en nosotros dos. -Vamos, Lex... Una villa en Cerdeña para nosotros, con piscina, un jardín enorme... -me lo dijo sonriendo, incorporándose en su silla ligeramente para que nuestros labios quedasen a tan solo unos centímetros. -Puedo conseguir incluso que vacíen un salón de la casa para que puedas ensayar y no pierdas ni un solo día.
Con aquella sugerencia se acababan todas mis excusas para rechazar la maravillosa oferta. Porque, siendo sinceros... ¿quién rechazaría unas vacaciones así? Sobre todo si se trataba de pasar tiempo con Max.
-Está bien -respondí finalmente, mordiéndome el labio inferior para intentar ocultar aquella sonrisa tonta que él siempre lograba arrancarme.
Fue más difícil cuando sus labios encontraron los míos por primera vez aquella mañana. Noté cómo él también sonreía sobre mi boca, cómo su mano acariciaba mi mejilla lentamente mientras nuestras lenguas se encontraban de forma lenta y casi dolorosa. Dolía porque sabía que no teníamos tiempo para algo más, porque tenía que irme a clase cuanto antes o volvería a llegar tarde. Y aquello podía ser el maldito infierno.
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Salvation | Max Verstappen
RomanceLexie acababa de perderlo todo. Era una bomba a punto de explotar. Y Max... Max simplemente estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible por verla feliz.