-Lexie...
La morena de ojos azules se arrojó a mis brazos, llorando de una manera incontrolable. Le faltaba incluso el aire. Podía escuchar su respiración agitada golpeando mi cuello mientras sus manos se aferraban a la camiseta de mi pijama.
Max lo había hecho. Estaba completamente seguro de que había mandado a la mierda mis consejos y, como consecuencia, había destrozado a Lexie.
-Vamos, chérie... Entra en casa -le pedí abrazándola yo también, arrastrando su cuerpo dentro de mi apartamento.
Y digo que la arrastré porque era prácticamente imposible que ella se moviese en esas condiciones. Estaba en un estado de nervios tan grande que ni siquiera respondía a lo que le decía.
-Tienes que intentar tomar aire, chérie -le pedí apartándola de mi cuerpo, sosteniendo su rostro entre mis manos.
Hacía mucho tiempo que no la miraba a los ojos. Me lo había prohibido a mi mismo, por el bien de todos. Nadie merecía que todo se embarrase, que se fuese al traste mi amistad con ella y con Max por algo que todos sabíamos que jamás sería posible. Era más que obvio que ambos estaban enamorados el uno del otro. Era innegable. Se veía en la manera en la que sus miradas se iluminaban en cuanto se encontraban, la manera en la que sonreían como dos tontos enamorados, la manera en la que Lexie suspiraba cuando alguien mencionaba el nombre de Max.
-Me ha llevado.... me ha llevado... -intentaba hablar, pero la falta de aire y su llanto se lo impedían.
-Lo sé, chérie, lo sé. Te ha llevado al cementerio...
-Le dije que no quería, se lo dije y no le importó -su llanto era desconsolado, y yo me estaba acordando de Max y de todos sus antepasados. Puede que él lo hiciese pensando en ella, que pensase que lo hacía por su bien, pero había tirado a la basura cualquier avance que Lexie hubiese hecho.
La abracé contra mi pecho, dejando que se desahogase todo lo que ella necesitase. Me daría igual si tenía que acariciar su espalda mientras ella lloraba durante horas si aquello significaba que, después de todo, ella estaría bien.
Sentir cómo temblaba entre mis brazos, cómo empapaba mi camiseta con sus lágrimas, cómo le faltaba el aire, me estaba destrozando. Jamás la había visto así, ni siquiera en el entierro de Fynn. Era como si todo aquello que llevaba dentro, toda aquella tristeza y rabia, estuviese al fin saliendo a la luz.
Me pregunté si quizá Max tenía razón, si aquello era lo que necesitaba Lexie. Quizá era así, pero verla tan destruida era superior a mis fuerzas. Max había metido la pata hasta el fondo, a pesar de que se lo había advertido, y ya no había vuelta atrás. Lexie ya estaba destrozada.
-Tienes que intentar tomar aire... -susurré sobre su oído, apartando su larga melena. Ella se negaba a soltarme, se aferraba a mi camiseta mientras su cuerpo seguía temblando.
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Salvation | Max Verstappen
RomanceLexie acababa de perderlo todo. Era una bomba a punto de explotar. Y Max... Max simplemente estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible por verla feliz.