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Todos en aquel sitio bailaban al ritmo de la música, habían grupos, parejas, tríos y personas bailando en solitario. Jennie había abandonado la pista y buscó un asiento en la barra, pasó la mano por su frente y se ventilo con un movimiento de su palma.

El calor que emanaban todos ahí era abrumador, buscó en su bolsa y reviso su cartera, esperaba que por algún milagro apareciera un billete en dónde habían solamente tickets. Miró las bebidas de los otros con envidia.

Repentinamente fue sorprendida por el bartander quien le entrego un trago, no sin antes decirle que una persona se lo había mandado. Jennie miró hacía todos lados con intriga y no logró divisar a nadie.

Agitó la bebida intentando detonar si había sido alterada con algo, sin embargo, parecía estar totalmente limpia. Con algo de desconfianza dió un trago, el sabor parecía ser normal. Dudo un poco antes de proceder a beberla por completo.

Estaba apunto de volver a la pista hasta que fue detenida por el bartander quien le indicó que la persona que le había dado el trago deseaba verla en la sala privada. Jennie sabía que era muy arriesgado ir, probablemente le esperaría algo malo dentro.

- Le aseguro que estará bien, ella es una persona de confianza -

Esa palabra resonó en la cabeza de Jennie, "ella", quien le había enviado el trago y quién quería verla era una mujer. La intriga de Jennie creció por lo que aceptó ir al salón privado.

Un hombre alta con traje la escoltó durante el camino al salón, pasando por un largo pasillo donde el sonido de la música no lograba penetrar las paredes. Jennie tragó saliva cuestionadose si había sido buena idea aceptar.

Al llegar el hombre abrió la puerta y le indicó que pasará, aquel salón era una especie de oficina enorme, con una sala, jacuzzi y una cama en el fondo. Al entrar la puerta fue cerrada, y al intentar abrilar notó que había sido cerrada con llave por fuera.

- No te preocupes, cuando acabemos de hablar te dejaré ir - una voz femenina y grave sorprendió a Jennie, al buscarla con la mirada conectó con unos enormes ojos cafés, una mujer alta y delgada adornada con un precioso y elegante traje negro.

- ¿Quién eres? ¿Por qué querías verme? -

- ¿Por qué aceptaste verme? - se tomó una pausa para destapar una botella de champagne y servir en dos copas - Te ví bailando, he de aceptar que captaste mi atención desde que llegaste - invitó a Jennie a sentarse en la sala.

- ¿Entonces me acosas? De eso de trata

- Estaba observando a los clientes de mi negocio, yo no lo considero acoso - bebió un trago de su copa - Te seré sincera y directa, me interesas chica, eso rara vez me sucede, últimamente he estado un poco sola y necesito ahogar mis deseos carnales con alguien -

- ¡¿Qué insinúas?! - Jennie se levantó con intención de marcharse.

- Estoy dispuesta a pagarte lo suficientemente bien para que no te preocupes por lo que gastas en al menos un mes -

- Es claro que no aceptas un no como respuesta ¡No! Por supuesto que no aceptaré, déjame salir ahora - Jennie intentaba abrir la puerta moviendo repetidamente la perilla, sin darse cuenta tenía a la mujer detrás suyo.

- Dejaré que lo pienses, aunque es seguro que termines aceptando. Pero no me gustaría tomar algo por la fuerza - la mujer tocó la puerta en una secuencia particular, lo que hizo que la puerta se abriera.

- No te hagas ilusiones - Jennie salió rápidamente de la sala y del pasillo, sin pensarlo dos veces, se apresuró a dejar aquel club.

[...]

Al llegar a su casa encontró un par de sobres en el suelo, eran más avisos de pagos, la situación financiera de Jennie no se encontraba en la mejor situación, apenas y tenía que comer.

Camino a la nevera y observó un cartón de huevos casi vacío, algunos vegetales y un envase a la mitad de leche. Jennie pensó que sería mejor guardar aquella comida para el día siguiente, dormir haría que su hambre se calmará un poco.

En la cama pensó en aquella extraña situación, pensó que estaba pérdida y que no volvería a casa jamás. Aquella mujer era extraña, jamás había ido de ella ni tampoco la había visto en ningún lado.

Si de alguna manera la había seguido, en el edificio sería difícil que entrarán, la señora Wang era muy minuciosa en cuanto a la seguridad. Sin embargo, la renta se vencería pronto y Jennie no tenía con que pagar.

Jennie pensó en sus palabras, quizás no era tan mala idea aceptar su oferta, a fin y acabo sería una sola noche. Aunque quién sabe que fetiches extraños tendría, las personas ricas pagan por estar con ellas porque tienen el dinero para poder pedir lo que quieran.

No, era una idea mala. No podía cruzar esa línea, alguna oportunidad se presentaría y tendría dinero pronto. Con algo de dificultad por el hambre logró cerrar sus ojos y dormir.

[...]

Había pasado una semana, Jennie no había logrado conseguir empleo en ningún lado, tuvo que recurrir a vender ciertas joyas para tener dinero para comer. Sin embargo, no logró conseguir dinero para la renta.

- Por favor señora Chang, deme otra semana para poderle pagar. Le prometo que los conseguiré.

- Hija, sería compresible contigo si no salieras a los clubs en las madrugadas. Es claro que no tienes claro que es la responsabilidad, tienes vicios. Te daré un día para que saques tus cosas y te vayas.

- Señora por favor, no tengo a dónde ir

- Lo lamento Jennie, te dije eso cuando el departamento. No puedo ser tan flexible con las rentas.

La mujer se marchó y Jennie cerró la puerta fuertemente, gritó impotente y se echó en el sillón ¿Cómo había dejado que eso pasará? La señora Wang tenía razón, era débil ante los vicios, cada que tengo la oportunidad buscaba ir a tomar.

[...]

Jennie llegó al club y se acercó al bartender, este fue a hablar con alguien y el mismo hombre de antes la escoltó hasta la sala privada. Aquella mujer la esperaba de espaldas con una sonrisa en sus labios.

- Hablemos...-

𝕰𝖑 𝕮𝖔𝖓𝖙𝖗𝖆𝖙𝖔 | 𝕵𝖊𝖓𝖑𝖎𝖘𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora