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Y ahí estaba cocinando alegremente en la cocina, echándole un vistazo de vez en cuando emocionado a esa cosita. No recordaba la última vez que la había visto así. Aunque su erección se estaba prolongando demasiado para su gusto. Se empezaba a preocupar, pero decidió ignorarlo y seguir cocinando, probablemente cuando Rim se levantase tendría mucha hambre. 

Comenzó a mirar por todos los cajones, investigando qué podría cocinar. Acabó abriendo uno que emanaba frío. Incluso había hielo en su interior. Si no recordaba mal, se llamaba congelador u algo por el estilo. Buscó y entre varias cajas de unas cosas llamadas helados (que se encontraban vacías salvo porque en cada caja había uno, probablemente para no darse el trabajo de llevar la caja vacía a la basura) encontró un conejo helado. En ese instante se le encendió la bombilla "conejo a la mostaza"

Entonces fue a buscar una olla, cebolla, ajo, miel...

Con determinación, calentó un poco de aceite de oliva en una olla grande sobre el fuego medio. Observó cómo el aceite comenzaba a brillar y, con cuidado, agregó los trozos de conejo a la olla, dorándolos pacientemente por todos los lados hasta obtener un apetitoso tono dorado. Una vez dorados, Dusk retiró los trozos de conejo de la olla y los reservó, ansioso por continuar con el siguiente paso.

Sin perder tiempo, en la misma olla, agregó un poco más de aceite de oliva para asegurarse de tener suficiente. Luego, añadió la cebolla picada y los ajos, permitiendo que se cocinaran hasta alcanzar una textura suave y un ligero tono dorado.

Con la cebolla y el ajo en su punto, llegó el momento de darle vida a la salsa. Agregó la mostaza, el caldo de carne, el vinagre y la miel a la olla, mezclando con dedicación cada uno de los ingredientes hasta obtener una combinación perfecta de sabores. La salsa adquirió un tono dorado y una consistencia seductora, dejando entrever su potencia de sabor.

Llegó el momento de regresar los trozos de conejo a la olla, asegurándose de que quedaran completamente sumergidos en la irresistible salsa de mostaza que había creado. Dusk sabía que era en este punto donde los sabores se fusionarían y el plato tomaría forma.

Reduciendo el fuego a bajo, Dusk tapó la olla y permitió que el conejo cocinara a fuego lento durante aproximadamente una hora. La paciencia era esencial para asegurar que la carne se volviera tierna y que la salsa adquiriera una textura espesa y llena de sabor. Mientras el plato se cocinaba, el aroma a mostaza y especias llenó la cocina, despertando aún más el apetito de Dusk.

Al cabo de una hora, Dusk probó la salsa, ajustando la sal y la pimienta según su paladar. El momento de la verdad había llegado. Con cuidado, sirvió el conejo a la mostaza en un plato, apreciando los trozos de carne bañados en esa salsa dorada y picante.

Ahí fue cuando sintió unos brazos aferrándose a él por su espalda, era Rim quién había despertado de su siesta y, aún somnoliento, había ido en busca del aroma que emanaba el conejo.

Rim: Ñam ¿Qué es? ─preguntó curioso ojeando lo que Dusk había preparado desde detrás de él, sin separase del abrazo.

Dusk: Conejo a la mostaza. ─Se gira, a lo que el lucario se separa del abrazo para sentarse en su sitio de siempre y se da cuenta de su problemita, pero decide ignorarlo para no incomodar a Dusk. Dusk lo mira y le acaricia la cabeza. ─Quería hacer algo para devolverte las energías y para agradecerte que vinieses conmigo. Entonces vi el conejo y recordé que la primera vez que salí a entrenar con mi padre, él me lo preparó. Todavía puedo recordar el sabor de la tierna carne de conejo derritiéndose en mi paladar. Y quería que tuvieses lo mismo que yo tuve.

Cómo debe serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora