Cinco

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El calor del mediodía estaba empezando a agobiar a Enzo. Llevaba media hora ignorando un dolor de cabeza inminente y todavía tenía que terminar de pasar las asistencias de sus alumnos antes de que se hiciera más tarde. Ya le había hecho el aguante la secretaria del club; se suponía que tenía que entregar todo el día anterior como muy tarde. Por suerte Mirta siempre cedía ante la sonrisa ganadora de Enzo.

El día había arrancado estresante en general: su mamá ya estaba histérica ordenando y limpiando porque la cena de Noche Buena sería en casa. Había ocupado la noche anterior para adelantar los sánguches de miga que siempre prefería hacer caseros en lugar de encargarlos, y desde que se había despertado estaba corriendo de un lado para el otro asegurándose de que todo estuviera resplandeciente.

En medio de ese quilombo, Enzo trataba de terminar una de las pocas responsabilidades administrativas de su trabajo sin volverse loco. El hecho de tener que pararse cada cinco minutos para ayudar a su mamá le jugaba bastante en contra. Tampoco podía quejarse a menos que quisiera enfrentarse a la frustración de su madre. Entre una cosa y otra, apenas se había tomado un café con leche y no se había ni siquiera sacado el piyama, por lo que el mediodía lo encontraba tal cual que como había salido de la cama: descalzo, con un pantalón corto de River que se caía a pedazos y la camiseta de Campeones del mundo que le había regalado Julián.

Después de correr por cuarta vez el sillón para que entrara mejor la mesa, volvió a sentarse frente a la computadora y agarró su celular.

Enzo

tu mamá tambien se pone insoportable cuando vienen visitas?

Juli

Creo que todas las madres jaja

Ya terminaste lo de las asistencias?

Enzo

casi, hace mil años que estoy tratando de ver donde me falta unas asistencias de unos pibes pero no me puedo sentar a ver bien las planillas

Juli

Decile a tu vieja que te haga el aguante un rato

Demasiado que estás trabajando 24 de diciembre

Enzo

y bue, se hace lo que se puede en el tercer mundo

Juli

Ja ja

–¡Enzo!

Respiró contando hasta veinte antes de responderle a su mamá que gritaba desde el living.

–¿Qué pasa, ma? Quiero terminar esta planilla antes de que sea 2023.

–Vení que está Valentina con las empanadas y yo justo estoy yendo a lo de Rosa.

Enzo suspiró y se dirigió a la puerta de entrada. Alcanzó a ver como su mamá saludaba a la chica antes de dedicarle un pequeño gesto a él para después cruzar la calle. Valentina tenía un paquete de empanadas en la mano y el auto estacionado al lado de la calle tenía la pinta de estar bastante lleno. Enzo se apresuró a sacarle el paquete al tiempo que la saludaba. Valen no demoró ni un segundo en buscar las otras dos docenas que le habían encargado los Fernandez.

–¿Cómo vienen los pedidos? –preguntó Enzo mientras entraban a la casa y dejaban las empanadas en la mesa.

–Bastante bien. Parece que el mundial puso a todos de buen humor para comer en las fiestas o algo.

Se parece a este rayo de sol | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora