Diecinueve

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¡Hemos regresado! No les entretengo mucho más por acá, pero aprovecho para agradecerles por la paciencia. Ojalá el capítulo les guste mucho.

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–¿Enzo me estás escuchando?

Pestañeó un par de veces para volver a ubicarse en el lugar, pero al final lo que lo terminó de traer a la realidad fue la risa de Julián desde la puerta del baño.

–Yo dándote charla y vos te habías quedado dormido.

Enzo observó a su amigo acercarse a la cama con una sonrisa divertida y el pelo todavía revuelto. Apenas contuvo las ganas de morderse el labio por lo hermoso que estaba. En su lugar, tomó la almohada que tenía más cerca y se la tiró. Juli anticipó su ataque, agarrando la almohada antes de que le pegara. Enzo se estaba preparando para un contraataque, pero Julián se dejó caer en la cama sin más.

–No estaba dormido –dijo Enzo finalmente con un ligero puchero. Julián se rió ante su protesta mientras agarraba el celular–. Me había quedado pensando que no tenés casi nada decorado en el departamento. Acá tenés las fotos esas no más –agregó señalando las fotitos enmarcadas en el mueble debajo del televisor.

Juli apartó la vista del celular y miró a su alrededor antes de enfocarse en Enzo. Se encogió de hombros.

–Tuve la intención algunas veces, pero nunca lo hice. No sé, es otra de esas cosas que medio me parecen un embole de hacer solo.

–No hace falta que lo hagas vos tampoco, podés contratar gente. Tus compañeros tienen que tener el contacto de alguien que decore interiores, ¿o no?

Enzo se dejó caer en el colchón con los brazos detrás de la cabeza y miró a Juli. Su amigo fruncía el ceño como si la mera idea de contratar a alguien para que arregle el departamento fuera un planteo ridículo. Liberó uno de sus brazos para darle un golpecito en la pierna y así captar su atención.

–Bueno mirá, antes de que me vaya pintamos la pared del living al menos. Que da una depresión que sea todo blanco y gris.

Julián se rió ante su ocurrencia y se recostó de lado sobre la cama, soportando el peso de su cabeza en una mano. A Enzo se le aceleró el corazón al notar lo cerca que quedaron el uno del otro.

–Ni dos semanas acá y ya me estás criticando el departamento –le recriminó Juli al tiempo que le pellizcaba el brazo. A Enzo se le escapó un grito de sorpresa–. Vos seguís metiendo cosas para hacer antes de irte, me vas a tener que ir haciendo una agenda o algo.

–Qué quejoso te despertaste hoy, Ju. Era una idea, nada más. –Enzo le dio un empujón entre risas y se levantó rápido de la cama para que no se notara la tristeza que le entró de pronto. No quería pensar en los días que les quedaban juntos. Caminó hasta la puerta y se detuvo para mirar a su amigo–. Cambiate, dale. Voy haciendo el desayuno así no llegás tarde.

Enzo preparó el café con leche y unas tostadas con manteca así no más para no perder mucho tiempo. Se sentaron a comer con algo de apuro, pero aún así Juli se tomó un segundo para saborear el café y elogiar el toque de Enzo para prepararlo justo como le gustaba. No se lo iba a confesar nunca, pero a Enzo se le inflaba el pecho de orgullo y amor siempre que lo escuchaba darle ese tipo de cumplidos.

Ya en la puerta del departamento, mientras Juli se colgaba la mochila al hombro y jugaba con las llaves del auto, Enzo pensaba en lo mucho que le dolía despedirse en ese momento y en lo casi imposible que parecía tener que despedirse por vaya a saber cuánto tiempo en unos pocos días. Cada vez más seguido, en momentos como ese, a Enzo le entraban ganas de agarrarlo y no dejar que se fuera nunca.

Se parece a este rayo de sol | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora