Cuando Julián divisó la silueta del Etihad a lo lejos, se dio cuenta de que llevaba unos cuantos minutos sin prestarle real atención a lo que Maxi le estaba contando. Se sintió culpable especialmente porque él le había preguntado cómo se estaba adaptando Delfina ahora que se habían mudado juntos, pero lo último que había registrado era una historia sobre la primera compra que fueron a hacer los dos y ya su mente se había puesto a divagar.
Hizo su mejor intento por disimular que había estado totalmente ido e hizo una o dos preguntas relacionadas con lo último que le estaba contando Maxi sobre una visita de sus viejos más adelante.
–Hablando de visitas. ¿Qué tal tu amigo? –Julián aprovechó que estaba estacionando el auto para concentrarse en eso y no tener ninguna reacción extraña–. Enzo era, ¿no? Perdón, soy malísimo con los nombres.
Eso último le sacó una risita a Juli. Detuvo el auto y se giró a mirar a Maxi más relajado.
–Es Enzo, no te preocupes. Y re bien, paseando bastante.
–Me alegro. Después si podés contame qué lugares están buenos para ir.
–Mirá honestamente le tendrías que decir a Enzo porque yo nunca salí a turistear. Me estoy sumando a sus planes estos días –confesó mientras bajaban del auto y buscaban sus bolsos.
–Imaginate yo que ni manejo –dijo Maxi entre risas.
Siguieron su camino hasta encontrarse con el resto del equipo en el comedor. Algunos estaban desayunando ahí mismo y otros simplemente charlaban mientras esperaban que los llamaran para ir al aeropuerto. Julián chequeó la hora en su celular y calculó que todavía faltaban unos quince minutos.
Se sentó en una mesa con Rodri, Rúben y Ederson e intentó participar de su conversación, pero cada dos por tres, su cabeza volvía a los recuerdos de esa misma mañana.
En su mente no podía dejar de verse a sí mismo frente a Enzo en la mesa de la cocina, espiándolo por sobre su taza de café. Se permitía imaginar que sus días siempre arrancaban así: con risas adormiladas, tostadas ligeramente quemadas y bostezos que interrumpen anécdotas sin mucho sentido.
Pensar en Enzo le sacaba la angustia que se había acumulado en su pecho de tanto darle vueltas al tema de su sexualidad. O más puntualmente, a la idea de contarle que era gay a sus amigos del club. Objetivamente sabía que lo que Enzo decía de contarle a más gente podía hacerle bien, pero al mismo tiempo, el miedo de pensar que todo se fuera a la mierda llegaba a darle taquicardia.
Por suerte sus cavilaciones se acabaron de manera repentina cuando Erling se sentó sin mucha ceremonia junto a él.
–¿Qué tal, Juli? –preguntó el noruego con su habitual sonrisa que dejaba poco espacio para que uno no le devolviera el gesto.
–Ey Erling. Todo bien, ¿vos?
–Con ganas de llegar y jugar.
–Aflojá que es mañana el partido, che –le dijo Juli en broma. Se trabó un poco en algunas palabras, evidentemente no tenía el cerebro totalmente concentrado para hablar en inglés, pero a Erling no pareció importarle.
–Imposible –respondió con una media sonrisa pícara, como si se estuviera riendo de un chiste interno.
–Erling, vos que le hacés a los videojuegos, vení a ver esto de la nena de Eddie –lo llamó Rúben desde el otro lado de la mesa con el celular en la mano.
Julián aprovechó el momentito alejado de la atención de sus amigos para revisar su celular. Allí se encontró con varios mensajes en el grupo de Los Nuevitos.
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Se parece a este rayo de sol | julián x enzo
FanfictionJulián es campeón del mundo y Enzo tiene la chance de volver a verlo. Su sueño de ser futbolista se había desvanecido hace tiempo, pero a pesar de los años su amor por Julián no había corrido la misma suerte. ¿Que hacés si tenés la chance de recuper...