Trece

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Si alguien le preguntaba a Julián qué había hecho las últimas 24 horas, habría tenido muchos problemas para responder. Desde el momento en que Enzo le preguntó si podía comprar los pasajes para irse a Inglaterra, el mundo de Juli se había convertido en un borrón de emociones intensas. Desde el enojo más visceral por el forro de Menendez (no pensaba olvidarse nunca de ese hijo de puta), hasta la ilusión más pura al imaginarse la llegada de Enzo, pasando por la incertidumbre de si estaba haciendo lo correcto diciéndole que viniera.

En medio de toda esa vorágine de bronca, alegría y dudas, Julián y Enzo tuvieron que ponerse de acuerdo con la fecha del viaje, el tiempo de estadía, y la logística para que Enzo llegara hasta Manchester. Juli hasta tuvo que discutir con Enzo para convencerlo de que no hacía falta que pusiera plata de su parte. Por todo eso, cuando Julián miró la pantalla de su notebook con el itinerario de viaje elegido, todavía sentía que estaba en medio de un sueño demasiado vívido.

Sacudió la cabeza para concentrarse y se apoyó sobre la mesa para acercarse más a la pantalla. Revisó por sexta vez las fechas y horarios de los vuelos, le daba pánico la idea de comprar mal los pasajes. Cuando comprobó que no iba a cometer ningún error garrafal, confirmó la compra. Sentía el corazón latirle fuerte en el pecho y en la garganta. Una corriente de adrenalina parecía recorrer cada una de sus células. Cuando quiso darse cuenta, estaba sonriendo como loco a la computadora.

Tomó aire profundo para tratar de concentrarse y abrió su casilla de mail. Volvió a leer la información con detalle antes de reenviarle todo a Enzo. Descargó también los archivos PDF y se los mandó por Whatsapp.

Juli

[Reserva de viaje 14 de febrero para ENZO.JEREMIAS FERNANDEZ.pdf]

Bueno, ahora no te podés arrepentir jaja

Avisame si te llegó bien al mail

Entre el domingo y el lunes vas a poder hacer el check-in

Todavía me parece mentira que te esté mandando esto jaja

Juli se quedó mirando los mensajes un momento y después se obligó a bloquear el celular. Enzo le había dicho que iba a acompañar a su mamá a hacer las compras, así que seguro iba a tardar en ver sus mensajes. Intentó en su lugar distraerse lavando los platos y ordenando el quilombo de ropero que tenía hacía casi una semana, aunque al final se terminó dando por vencido con la mitad de la ropa esparcida sobre la cama.

La adrenalina seguía recorriendo su cuerpo y no sabía muy bien cómo descargarla.

Volvió a tomar el celular que había quedado abandonado en la mesa del comedor y sin pensarlo mucho marcó el número de Licha. El tono sonó apenas un par de veces antes de que contestaran, pero la voz que lo saludó no era la de su amigo.

–Ey, Juli. ¿Todo bien? –lo saludó Muri con alegría–. Perdón que te atienda yo, Licha justo se metió a bañar hace un ratito. Debería estar por salir.

–Ah, pucha. No quería molestar, era para contarle una cosa nada más. Si no lo llamó más tarde.

–¿Estás bien, Juli? Te escuchás un poco agitado.

–Sí, no. Pasa que... –Soltó aire fuerte por la nariz y se despeinó un poco el pelo–. Enzo me preguntó si podía venir la semana que viene.

–¡No me digas! –El grito emocionado de Muri lo tomó por sorpresa, y al parecer también a Licha, ya que alcanzó a escucharlo de fondo preguntando si estaba todo bien–. Perdón, me dio mucha emoción. Le dijiste que sí, me imagino.

Se parece a este rayo de sol | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora