Dieciséis

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El balcón del departamento de Juli no era particularmente amplio, pero bastaba para que entraran dos sillas con una mesita plateada haciendo juego. El sol de la tarde bañaba el pequeño espacio, especialmente desde hacía unos minutos cuando las nubes se despejaron totalmente, y Enzo salió para aprovechar que el frío había aflojado un poco.

Estaba chusmeando las historias de River cuando recibió un mensaje de su hermano preguntándole si lo podía llamar. Así fue que unos pocos minutos después se encontraba en plena conversación con los pies sobre la otra silla, casi recostado para poder absorber la mayor cantidad de calor que le fuera posible. Seba había cumplido con la rutina habitual de ver cómo estaba para después pasar a las preguntas sobre Manchester y particularmente sobre Julián. Enzo había hecho su mejor esfuerzo por explicar todo sin ponerse demasiado en evidencia. Ya tenía suficiente con las cargadas de Valentina y de los mellis.

–Me alegro que esté todo joya. –El tono de Seba sonaba sincero, y por algún motivo le dio cierta sensación de orgullo tener su aprobación–. Estás re instalado ya.

–Sí, bastante. Igual es gracias a Juli que tenía todo súper preparado, yo no tuve que hacer casi nada. Me he pasado día y medio mirando la tele, la verdad.

–Bueno, pero ya vas a ir conociendo el lugar. –Enzo percibía que su hermanos quería decir algo más, pero dudaba. Se sentó mejor en la silla, tratando de poner más atención a lo que el otro decía–. ¿Vas a poder ir a un partido de Juli al final?

–Parece que sí. Justo tiene muchos partidos de visitante, pero creo que alcanzo a ir a uno acá antes de que me vaya.

–Y si no andá a uno de visitante, ¿no?

–Es que tendría que ir por mi cuenta y de aquí a que llegue a otra ciudad, imaginate.

Enzo suspiró, un puchero casi involuntario formándose en sus labios. Algo había hablado del tema con Juli, pero le daba vergüenza reconocer que le daba miedo moverse solo por Inglaterra.

La risa del otro lado de la línea terminó de sacarlo de su preocupación y no pudo evitar sumarse brevemente.

–Ya te vas a aprender a mover, no te preocupes.

–Tampoco es que voy a estar tanto tiempo, son dos semanas nada más –aclaró mientras hacía un esfuerzo por ignorar el usual nudo en la boca del estómago–. No sé cuánto me pueda aprender a mover por Inglaterra en ese tiempo.

–Sí, no sé... –Enzo se quedó esperando a que su hermano continuara la frase, pero el silencio se extendió por varios segundos. Justo cuando se decidía por preguntarle si se había distraído, Seba volvió a hablar–: Che, perdón que yo te vuelva a romper las pelotas con esto pero... ¿Pensaste en decirle a Juli que te gusta?

–Seba, no me descanses vos también, porfa.

Enzo giró la cabeza para mirar adentro del departamento, como si Julián fuera a aparecer de la nada en el living. No importaba que supiera que Juli estaba en el entrenamiento del City, el miedo de que lo escucharan era mucho más fuerte.

–No te lo estoy diciendo por joderte, pavo. Te lo pregunto en serio.

–¿Pero a ver para qué mierda le diría? ¿Para pasarla como el orto el poco tiempo que voy a estar acá? Ni en pedo.

–Tenele un poco más de fe a Julián también –le reprochó su hermano, haciendo que se sienta un poco avergonzado–. Dejá que él te dé la respuesta. Al final le estás poniendo un montón de palabras en la boca y a lo mejor el pibe nada que ver. –Enzo estaba buscando algún tipo de protesta, pero Seba no le dio tiempo–. Aparte, qué decís si vos con Valentina son ejemplo de que uno puede mantener una amistad re linda incluso después de salir con alguien. Dale, no seas tan cagón.

Se parece a este rayo de sol | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora