Diez

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Enzo no estaba enojado. Y Enzo no estaba celoso tampoco, no importaba lo que dijera Valentina o las miraditas de cejas alzadas que le lanzara. Enzo tampoco estaba obsesionado con el Instagram de Julián... Aunque tan pronto como lo pensó, se dio cuenta de que otra vez había desbloqueado el celular y abierto el perfil de su amigo. La foto que el Manchester City había subido en conjunto con Juli cerca de una hora atrás capturó de nuevo toda su atención.

Juli estaba con ropa de entrenamiento, cuellito de polar y guantes incluidos. Se reía con los ojos achinados como tanto le gustaba a Enzo y una de sus manos estaba sujetando su estómago, como si hubiera lanzado una carcajada gigante. A su lado estaba Jack Grealish, también capturado en medio de una risotada, ambas manos sujetando el brazo libre de Juli como si estuviera intentando atraerlo hacia él. En el fondo podía ver a algunos otros jugadores riéndose, todos estaban demasiado borrosos para reconocerlos, salvo Haaland que siempre era fácilmente identificable.

No, para nada había analizado esa misma foto con una creciente envidia porque no era él quien podía tomar el brazo de Julián y escucharlo reírse en persona.

–Espero que el Grealish ese tenga alguien que le cure el mal de ojo porque como lo estás mirando... –Valentina lo sacó de su trance con una sonrisa burlona. Al menos había tenido la delicadeza de también ofrecerle un mate.

–No lo estoy mirando a Grealish.

–No, es verdad. Estás mirando con demasiada atención el punto donde sus manos tocan el brazo de Juli. Si se quiebra el brazo en los próximos días ya sabemos a quién podemos culpar.

Enzo bufó, decidido a ignorar a Valentina y se dedicó a tomar el mate. Para nada ocupó ese tiempo para seguir mirando la pantalla del celular hasta que terminó por bloquearse automáticamente.

–Enzo.

–No me podés hacer bullying hoy, Valu –se atajó antes de que su amiga pudiera decir algo más–. Es mi cumpleaños –agregó al final con un puchero.

–Y por eso estoy acá, para que no te pases toda la mañana esperando a que tu príncipe te llame.

Enzo empujó la silla de Valentina para vengarse por el comentario.

–No iba a quedarme acá esperando nada. Si vienen todos ustedes a cenar.

Valentina puso los ojos en blanco y cebó el último mate para ella. Después tomó su propio celular y se puso a responder algunos mensajes.

Enzo se enfocó en el televisor aunque sin prestarle nada de atención al partido que estaban pasando. Valentina le había recordado que si bien no estaba esperando a Juli en ese momento, sí había estado mucho más pendiente de lo que le habría gustado admitir esperando que Julián le enviara un saludo de cumpleaños. Terminó recibiendo un mensaje a la medianoche de Inglaterra, y uno más cuando Julián apenas empezó su mañana, lo cuál marcó un gran inicio del día para Enzo.

Enzo había decidido que no iba a martirizarse estudiando el día de su cumpleaños, así que la aparición de Valentina sí le había venido bien para distraerse. Tenía que ayudar con algunos repartos, pero se había organizado de tal forma que pudiera parar un rato en lo de Enzo y tomar unos mates antes de volver a sus obligaciones. A la noche volvería con las empanadas que su mamá le había encargado para el festejo.

–Bueno, ¿ya decidiste qué vas a hacer con esa materia del horror?

–¿No podemos hablar alguna vez de tus cosas de la facultad?

Valentina lo miró con una ceja alzada.

–¿Tenés ganas de que te cuenta de Fonética 3? Te puedo explicar todas las diferencias entre el acento australiano y el indio, si te interesa. –Enzo soltó una risa y empezó a negar con la cabeza–. Dale, no me cambies el tema. ¿La vas a rendir de nuevo?

Se parece a este rayo de sol | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora