Capítulo 4 🫀

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Temporada 6 Episodio 8

Emily:

Después de contener a Alex en el hospital, ambos volvimos a casa. Comimos una pizza en mi habitación mientras mirábamos una película y ambos terminamos quedándonos dormidos juntos, algo que es usual desde que se mudo conmigo.

Despierto de golpe cuando un localizador comienza a sonar, no quiero despertarlo de inmediato así que busco el aparato con la mano sin ver una mierda.

—No es el mío —sonrío ampliamente, empujo a Alex fuera de la cama—. Te llaman. ¡Despierta!

—¿No puedes despertarme como a una persona normal? —se queja, me lanza una almohada en la cara—. Es horrible dormir contigo.

—Tu habitación sigue cruzando el pasillo —le recuerdo—. Tu prefieres venir aquí.

—No me gusta dormir ahí, me siento solo.

—Como sea —bostezo—. Solo vete —enciende la luz—. ¡No, apágala! ¡Apágala!

—No encuentro mis cosas, deja de quejarte.

—Te odio. Apestas como compañero de casa.

—Cállate —rebate riendo—. Me adoras, y lo sabes.

—¡Vete de una vez y apaga la maldita luz! ¡Estoy durmiendo!

—Deja de gritar como una chica loca.

Suelto un gruñido antes de hundir mi cabeza nuevamente en la almohada. Siento un beso en mi cabello y luego escucho la puerta abriéndose, al menos tiene la decencia de despedirse.

Sonrío ampliamente, tener a Alex viviendo conmigo hace que este lugar se sienta menos solitario.

En la mañana me baño y voy departamento de abajo, solemos juntarnos en alguno cuando tenemos tiempo. En este momento estamos esperando el desayuno, Mark lee un periódico a mi lado y yo tengo las piernas sobre las suyas. Callie y Arizona están en la cocina, la pediatra nos cuenta sobre la suma de dinero que quiere donar la familia de su paciente.

—Sabía que los padres de Wallace tenían dinero, pero no tanto —dice ella—. Con esa suma, le ponen tu nombre a una biblioteca. Salvas bebés en África y sueles cenar en la Casa Blanca.

Lexie se sirve una taza de café antes de venir al sillón con nosotros, se sienta al otro extremo de Mark y mis pies quedan sobre sus piernas lo que no le molesta. La castaña usa su mano libre para masajear mi pantorrilla de forma distraída.

—Nadie dona tanto dinero —alega Mark—. La injusta ventaja de trabajar con niños.

—Avena con fruta, tostadas de pan integral, sin manteca —anuncia Callie.

—Gracias —dice Owen sentándose.

—Ese dinero hará una gran diferencia para muchos pacientes —enfatiza Callie—. Es maravilloso.

—Debería operar a más niños con paladares hendidos. A todos les gusta eso.

—Deja de quejarte, Mark —lo molesto—. Nadie donará dinero a cirugía plástica.

—Omelet de queso, tostada de canela, tocino.

—¡Mio! —exclama Cristina.

Si, somos una gran familia disfuncional, pero nos tenemos cariño. Mucho cariño.

—Veinticinco millones son geniales —Arizona sonríe—. ¿No?

—El mejor regalo de cumpleaños —agrega Lexie.

ᴡᴀʀ ᴏꜰ ʜᴇᴀʀᴛꜱ | ᴊᴀᴄᴋꜱᴏɴ ᴀᴠᴇʀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora