Episodio 1: Un Regreso Inesperado

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- Es que te juro que no lo entiendo, Valentina, alguien como tú, tan cuadriculada y neurótica con el orden y los planes, terminó casada con Juliana Valdés - la simpática joven sonrió - ¿Estabas drogada o algo por el estilo? Es que en serio no logro visualizarlas juntas, es como poner a una princesa de la realeza con un renegado en un cuarto - volvió a reír.

- Por supuesto que no - respondió - Nos conocimos en la universidad, Juliana estudiaba fotografía y yo periodismo, vivíamos en la misma residencia universitaria y pues una cosa llevo a la otra y terminamos enamoradas. Fue como vivir en una montaña rusa de emociones y sensaciones, su manera de ver la vida me fascinó y ni hablar de su belleza y ese puto encanto que tiene. Es ver su sonrisa y caer rendida a sus pies - en su rostro se dibujó media sonrisa - Imagínate que me pidió que fuéramos novias durante un viaje en moto por la carretera rumbo a la playa.

- No lo dudo, si es que tu Juliana es todo un personaje - comentó.

- Ya no es mi Juliana, de hecho, creo que nunca lo fue, ella solo se pertenece a sí misma. Vive bajo sus propias reglas y si el resto no se adapta entonces no puede estar a su lado, es difícil seguirle el ritmo y entenderla.

- ¿Por eso se divorciaron? - tomó un trago de vino.

- Enzo y yo no fuimos suficiente para ella - reconoció con cierta tristeza, habían pasado dos años desde su divorcio, pero seguía doliendo - Su Harley Davidson y su cámara es lo único con lo que no puede dejar de vivir.

- ¿Fueron felices? - asintió.

- ¡Sí! Con ella viví los mejores momentos de mi vida, sobre todo la llegada de nuestro hijo - sonrió con brillantez - Nuestros viajes, aventuras, esquiar, escalar montañas, patinar sobre hielo, acampar y el sexo - suspiró profundo y se mordió el labio inferior - una diosa en la cama, sin duda, con ella exploré las cosas más sexis y candentes que jamás imaginé.

- ¿Sí? - asintió - No entiendo cómo es que tuvieron un bebé, ella no parece del tipo de querer ser madre.

- Cuando cumplimos cinco años de casadas decidimos "sentar cabeza" - contestó y tomó un poco de su margarita de limón - Compramos un apartamento en el centro, Juls consiguió trabajo en un periódico mientras yo continuaba en la revista de mi familia, e iniciamos el proceso de fertilización para concebir a nuestro bebé. Fue una etapa maravillosa, las dos estábamos emocionadas y nerviosas a la vez, me acompañó en cada paso y me tomó de la mano con una sonrisa. Ambas lo deseamos tanto que - sonrió - hasta hicimos cursos prenatales para el parto y sobre cómo ser mamás. El día que confirmamos el embarazo fue algo incomparable, nunca sentí algo siquiera parecido, la vi llorar como niña pequeña y abrazar la prueba casera que me había hecho minutos atrás.

- Entonces, ¿Qué pasó? - hizo una señal al camarero para que le sirviera otra copa de vino.

- La vida familiar no es para ella - respondió - Estuvo a nuestro lado por tres años, pero a partir de ahí todo cambió, empezó a sentir que se alejaba de sí misma o tal vez solo miedo a perder del todo su libertad, no lo sé.

- ¿Te dolió? - negó.

- Siempre supe que se iría - respondió - A pesar de que la amaba con toda mi alma, tenía claro que no podría retenerla y Enzo tampoco. Ella nos amaba a su manera, con su visión de la vida, y aprendimos a vivir con eso.

- ¿La sigues amando? - lo pensó un instante.

- ¡No! - respondió - Ahora estoy en otra etapa de mi vida, una distinta, donde el centro ya no es Juliana y sus idas y venidas. Me cansé de verla marcharse y regresar tres o cuatro días después como si nada, me sobrepasó el peso de sus ausencias, me faltaron lágrimas que expresaron mi tristeza. Así que mejor la deje salir de mi corazón.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora