Episodio 19: Corazón roto

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El ardor del whisky recorriendo la garganta de Juliana le anunciaba que era una pésima idea estar sentada en aquel lugar, pero no conocía otra manera de lidiar con las sensaciones que dejó en su cuerpo la discusión con Valentina. La entendía, sabía que tenía razón y derecho de ponerse así, sin embargo, eso no mermaba las punzadas en su pecho, la falta de oxigeno en sus pulmones y ese maldito miedo de perderla para siempre.

- Necesito que te vayas – pidió la ojiazul limpiando las lágrimas de sus ojos.

- No puedo dejarte sola... - intentó hacer que entrara en razón.

- No quiero verte – la interrumpió con nuevas lágrimas en los ojos - ¡Que te vayas! – volvió a gritar. A la morena no le quedó otra opción que salir de la habitación para no alterarla, eso no sería beneficioso para su estado de salud, y terminó sentada frente a la barra de aquel bar.

- Otro, sin hielo, por favor – pidió al barman – ¡Eres una estúpida Juliana Valdés! – se reclamaba en voz baja cuando sintió que alguien se sentaba en la silla de al lado.

- En eso estamos de acuerdo – escuchó la voz de Tony, quien preocupado por su estado había salido a buscarla apenas recibió ese mensaje donde le decía que todo se fue al carajo con Valentina – Sabía que te encontraría aquí, es tu lugar favorito cada vez que te mandas una cagada.

- No empieces Tony, de verdad no es buen momento, no estoy de humor para tus reclamos – respondió y recibió el trago que pusieron frente a ella – Gracias – dijo al joven.

- Una cerveza para mí, por favor – pidió su amigo - ¿Qué pasó? ¿Cómo reaccionó Valentina?

- Nunca vi tanta decepción y tristeza en sus ojos, ni siquiera el día que me pidió que me fuera de casa o cuando firmamos el divorcio – suspiró y se tomó su whisky de un tirón - No fue capaz ni de mirarme a los ojos después de que le confese la verdad, solo leyó todo estupefacta y llorando... me gritó que me fuera, que no quería verme.

- ¿Y tú le hiciste caso? Y por eso terminaste ahogando tus penas en este bar como si fueses una chiquilla veinteañera que no puede enfrentar las tonterías que hace – ella permaneció en silencio – Te cuento algo guapa, ya no tienes veinte años y victimizarte no es la solución a nada de lo que pasa a tu alrededor.

- ¿Y qué sugieres que haga? – preguntó – Que me quedara allí viendo como lloraba por mi culpa y sin siquiera querer escuchar mis explicaciones.

- Eso no te hace a ti la victima – Juliana lo miró con el rostro desencajado – No me veas así, vienes a sentarte aquí a lamer tus heridas cuando deberías estar de rodillas pidiendo perdón.

- ¿Y crees que no lo hice? – reclamó.

- No lo suficiente, Juliana le jodiste la vida por mucho tiempo, Valentina pasó años pensando que había hecho algo malo y que por eso te perdió, cuestionándose cómo es que dejaste de ser su fiel compañera y la persona que más la amaba – tomó un trago de su cerveza – Eso no se borra con una conversación ni de la noche a la mañana. Tú ya dijiste tu verdad, ahora toca a que esperes que ella lo asimile.

- Soy una imbécil, por jugar a la heroína he perdido lo que más amo en el mundo – respondió – Por mis putos ideales y esa manera tan tonta de ver el mundo, como si pudiera yo sola hacer una diferencia en esta humanidad tan jodida.

- Ese es el problema, querida amiga, no has entendido que el error no fue seguir tus ideales e intentar aportar algo, eso es un acto loable y que habla muy bien de ti, el problema aquí fue no confiar en Valentina. Ella era tu esposa, tu compañera de vida, la madre de tu hijo, y permitiste que creyera que habías dejado de amarla y que existían cosas más importantes para ti que ella y Enzo. Eso es por lo que no quiere verte, se siente traicionada con justa razón.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora