Episodio 7: Sin Arrepentimientos.

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- Juls, Juls - la voz adormilada de Valentina hizo eco en su habitación mientras intentaba retirar su brazo que se encontraba alrededor de su cintura.

- ¿Qué? - respondió la morena sin molestarse ni quiera en abrir los ojos, solo se acomodó un poco más y suspiró cautiva del aroma a coco que siempre tenía la ojiazul en el pelo.

- Tienes que irte – la castaña también permanecía más dormida que despierta.

- ¿Qué? ¿Por qué? Son apenas las 6 de la mañana, Val, ¡no mames! - se quejó.

- Es lunes, Enzo está a punto de venirse aquí con su manta y no puede verte desnuda - respondió con calma. Lo que menos deseaba era confundir a su hijo con ideas erróneas, una noche de sexo y pasión con Juliana no significaba que fueran nuevamente una familia o que pensaban en hacerlo.

- Con razón los hombres huyen de las mujeres divorciadas y con hijos - refunfuño, empezando a salir de la cama, se puso de pie y simplemente se colocó una camiseta para cubrir sus pechos y recogió parte de su ropa tirada en el piso...

- Juls, ¿te vas a ir así? Con medio culo al aire - preguntó a verla dirigirse a la puerta sin pantalón.

- Ni que fuera lejos, voy a cruzar el pasillo para ir a dormir a mi casa - respondió sin más - ¿Estás segura de que no quieres un mañanero? – levantó sus cejas con picardía.

- No seas loca, no nos da tiempo, nuestro hijo puede llegar en cualquier momento – contestó y la morena empezó a reír - ¿Qué es lo que te causa tanta gracia?

- Sí querías tu mañanero – siguió riendo hasta que la mirada de Valentina se transformó en fuego y no del pasional sino del que da miedo - Nos vemos más tarde, guárdame de desayunar, por favor, yo traeré café – salió de la habitación y dos segundos después abrió la puerta y solo dejo ver su cabeza – deberías cambiar las sábanas antes de que venga Enzo – fueron las últimas palabras que dijo antes de correr como si huyera de la muerte misma.

- Tantos años y no dejas esa manía del sexo por la mañana - se carcajeó y se puso a cambiar las sábanas. Se recostó nuevamente en un intento por volver a dormir, pero no pudo. Los recuerdos de la noche anterior estaban ahí, todavía sentía el toque de las manos de Juliana sobre su cuerpo, el sabor de sus besos, sus declaraciones de amor hacían eco en sus oídos, su corazón latía, su alma vibraba.

- ¿Qué hiciste Valentina Carvajal? – se preguntó a sí misma y recordó lo que le había prometido a la morena en la madrugada....

***La noche anterior

El beso se hizo más demandante, tanto que las dejó sin oxígeno, mareadas, ardiendo en el deseo que despertaban una en la otra, con los labios hinchados y sus centros húmedos. El azul y el marrón de sus miradas se fundieron con tanta intensidad que las hacía temblar, se volvieron a besar, la morena no puedo contener sus manos inquietas y empezó a recorrer su espalda, haciéndola gemir levemente en su boca. Valentina quería parar con todas sus fuerzas, pero lejos de eso enredó sus dedos en los mechones negros y mordió su labio inferior, jugueteo con su lengua. Se apartó un poco en un intento por recuperar la cordura, sin embargo, esta nunca llegó.

Caminaron, abrazadas y sin dejar de besarse, a la habitación y a tropezones llegaron al pie de la cama, se miraron nuevamente en busca de un último consentimiento mutuo.

- ¿Esto es un error? – preguntó Juliana temerosa de estarse equivocando y terminar por alejarla.

- Si no lo es, tiene mucha pinta de serlo – respondió y se quedaron abrazadas unos segundos, solo sintiendo el martilleo de sus corazones, uno sobre el otro, con sus frentes unidas. Se olieron, se miraron y, entre besos, se desnudaron pieza por pieza.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora