Episodio 11: Una Segunda Recaída

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Como era de esperarse Diana no se quedaría con los brazos cruzados, amaba demasiado a Valentina como para rendirse y perderla. Estaba decidida a luchar por su amor y hacerle entender que juntas podrían ser felices y tener un futuro maravilloso. Le prometió paciencia, y no faltaría a su promesa, pero eso no impediría que no hablara con Juliana y le dejara saber que no le sería fácil volver a confundir a la ojiazul y jugar a la familia feliz. Ella no permitiría que le hiciera daño nuevamente, ni a ella ni al pequeño Enzo.

Esa tarde, la abogada había pasado a visitar a la ojiazul para llevarle un ramo de flores y extenderle una invitación para el aniversario de su bufete de abogados. Aceptó encantada, después de todo sería lindo acompañarla en un día tan importante y disfrutar de una linda fiesta para olvidar, aunque fuese por un momento, el desastre en el que se tornaba su vida el último tiempo. En el lobby del edificio, frente a los ascensores, se encontraron ambas pelinegras. Con cara de pocos amigos y evidenciada incomodidad, se saludaron por educación.

- ¿Podemos hablar un momento? - pidió la más alta.

- No creo que tengamos mucho de que hablar, pero si es lo que quieres – respondió.

- Será muy breve, solo tengo una cosa para decirte – aclaró – Antes creía que eras otro tipo de persona, Valen solía hablar de una mujer estupenda con la cual había compartido parte de su vida... que las cosas no funcionaron y que cada una continuo por caminos separados. Y debo reconocer que, por un tiempo, lograste engañarme y creí que realmente la amabas – se sonrió sarcásticamente – Pero ahora veo lo que eres, una egoísta y manipuladora que no pudo soportar la idea de que su exmujer fuera feliz con alguien más.

- No tienes ni puta idea de lo que estás hablando – contestó enfurecida – Ella y Enzo son lo más importante que tengo en la vida y no te permito ni a ti ni a nadie, que no sea Val, que juzgue mis acciones.

- ¡Te equivocas! – levantó la voz – Ese derecho lo perdiste el día que los dejaste – la morena apretó la mandíbula tan fuerte que casi pierde su dentadura.

- Ese derecho lo voy a tener siempre y sabes porque... - hizo una ligera pausa – porque Enzo es mi hijo y porque esa mujer me ama tanto o más de lo que yo a ella.

- Eres una basura, ególatra, solo te interesa tu bienestar y no piensas en los demás – la miraba con odio y ella le respondia de la misma manera – Le jodiste la vida, la hiciste llorar, dudo de sí misma... y ahora vuelves como si nada hubiera pasado. Te juro que lo permitiré, no les harás daño.

- ¿Quién demonios te crees que eres? – preguntó.

- Soy la novia de Valentina – gritó.

- No eres nadie, no formas parte de nuestra historia. Val y yo somos una historia de amor de las que duran para siempre o ¿Por qué crees que siempre vuelve a mis brazos? Porque soy el amor de su vida – el golpe que sintió en su rostro no lo vio venir, pero dolió como el infierno.

- ¡Cállate! Deja de decir estupideces – la abogada había perdido los estribos, eso poco le importo a Juliana que le devolvió el golpe con más fuerza.

- Puedes recurrir a la violencia, pero eso no borra el hecho de que Val se muere de amor por mí y de que, más tarde o más temprano, volveremos a estar juntas y seremos felices – aclaró tras impactar su rostro con la palma de su mano – Y la próxima vez que se te ocurra golpearme, te juro que poco me va a importar lo buena que haz sido con mi hijo en el último tiempo y vas a conocer a una Juliana que desearas no haber provocado – en ese instante Valentina salía del ascensor y las miró confundida hasta que se percató de que Diana traía un corte en el labio.

- ¡Ay no! Lo que me faltaba – pensó de inmediato mientras ponía los ojos en blanco. Miró a Juliana, que empezaba a transpirar a causa del enojo, y luego a la más alta - ¿Qué está pasando?

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora