Sin duda alguna, el más feliz con la presencia de Juliana era su hijo Enzo. Por suerte para ella, a pesar de la gran cantidad de tiempo que pasaba fuera de casa, él la adoraba y, al ser tan pequeño, no entendía del todo el impacto de que ella estuviera lejos. Sin embargo, ya empezaba a crecer y la necesitaría a su lado para que le enseñara ciertas cosas importantes de la vida y acompañarlo en esa difícil etapa de formación del carácter y los valores personales. Era un niño muy dulce, inteligente, divertido, solidario, se le podía ver a menudo ayudando a sus compañeritos a concluir sus deberes en el colegio o compartir sus chuches, y eso era precisamente lo que ambas amaban de él: su capacidad de brindar una sonrisa y cambiar el día a los que se encontraban a su alrededor.
- Nuestro pequeño es igual a ti – decía siempre Juliana a Valentina. Y ciertamente sí lo era, de ella había tomado la paciencia, la dulzura, esa sonrisa capaz de derretir corazones gélidos, la virtud de tener la palabra ideal en el momento justo. Los amaba a los dos con locura, aunque no podía gritarlo a los cuatro vientos, se tenía que conformar con profesar amor por su hijo mientras lograba reconquistar a su diosa de ojos azules.
- Cuando me contaste que regresabas a New York para quedarte pensé que era broma – comentó Tony, el mejor amigo de la fotógrafa - ¿Cómo se lo tomó Valentina? Lo de que te mudaras en su edificio – estaban en un bar compartiendo una copa.
- En principio, mal y luego peor – se sinceró – pero ahora creo que lo va procesando, poco a poco. Pasó de querer matarme lentamente y con dolor a solo querer matarme, si lo piensas es un avance – su amigo no pudo evitar unas carcajadas por su ocurrencia. Las conocía a las dos desde el tercer año de la universidad y había sido testigo de primera mano del amor profundo y sincero que las unía.
- ¿Y tú? ¿Cómo te sientes? – le preguntó. La tristeza se evidenciaba en el rostro de la pelinegra que carecía de su típica sonrisa encantadora.
- Feliz por estar cerca de mi pequeño, no te haces una idea de lo emocionante que es escuchar sus aventuras, hablar con él todo el rato, ver pelis, llevarlo al futbol... es maravilloso poder conectarnos a otro nivel – suspiró – No puedo creer que me perdiera tantas cosas – se lamentó.
- Juliana, ni tú ni yo somos de los que se arrepienten de sus decisiones – respondió – Somos el tipo de persona que se hace cargo de sus cagadas, que toma el toro por los cuernos, jodiste tu matrimonio con Valentina y dañaste considerablemente la relación con tu hijo, pero estás aquí ahora y sabes lo que tienes que hacer. Ir a por todas para recuperarlos, mi sobrino Enzo te adora y sé que tu mujer, no tengo ni puta idea de por qué, sigue amándote.
- No estoy tan segura, el amor se cansa Tony, se agota y a Val le di dos millones de razones para cansarse – el pesar estaba presente en su voz - Se le ve tan feliz con Diana que yo ya no sé si me di cuenta tarde de mis errores y la perdí – comentó – si estoy haciendo el tonto o si solo soy una puta egoísta que regresó a arruinarle su oportunidad de ser feliz con alguien que se vale la pena – su amigo la miró con compresión.
- Ustedes están hechas a la medida. Nadie en su sano juicio te soportaría o querría pasar su vida contigo, solo ella se atrevió a tanto – la hizo reír – Las conozco a ambas y te puedo asegurar que cuando están juntas se crea una magia tan única y especial que envuelve a todos los que estamos cerca. Los ojos de Valentina no brillan con nadie como cuando estás cerca y los tuyos igual. No será fácil reconquistarla y tener una oportunidad, pero tienes que pelear por ganártela y demostrar que te arrepientes.
- Ojalá fuera tan sencillo...
- Lo es, nadie más que tú sabes cómo ganar su corazón, ya lo hiciste una vez, es cuestión de que lo vuelvas a hacer todo igual cambiando las partes malas – se miraron a los ojos – Solo asegúrate de que esta vez no vas a ningún lado, que te quedarás con ellos para siempre, y harás hasta lo imposible por hacerlos felices – asintió a sabiendas de que su amigo tenía razón, o al menos parte de ella, Valentina y Enzo eran su más grande tesoro y debía mover cielo y tierra por tenerlos de vuelta en su vida, aunque incluyera pedir perdón de rodillas y disputar el corazón de su ojiazul con Wonder Woman.
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Olvídame Tú
Hayran KurguJuliana es un alma libre, Valentina no tanto. La gran pregunta es, les alcanzará el amor para una segunda oportunidad?