Episodio 4: Verdades Incomodas.

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Desde que era una adolescente Valentina sintió pasión por el periodismo, tal vez porque su padre, Andrew Carvajal, era dueño de GTC (Grupo de Telecomunicaciones Carvajal) conglomerado bajo el cual se encontraban varios canales de televisión, una editorial que publicaba tres revistas de edición mensual, un periódico digital y una plataforma de streaming, o tal vez porque sentía que podría convertirse en una voz para aquellos que no tenían. Y en efecto así fue, cuando empezó su ejercicio profesional enfocó todas sus energías en periodismo investigativo y de apoyo a causas sociales importantes. Para ella solo existía una línea de pensamiento, el bienestar colectivo, por eso había ganado el respeto de sus colegas y la admiración de quienes por años seguían su trabajo como editora en jefe de "El Diario", el portal de noticias líder en tráfico cibernético y referente de las tendencias en los temas de conversación. Sus artículos eran férreos, exhaustivos, sin vacas sagradas, cuestionaba sin miedo alguno, políticos, empresarios, instituciones gubernamentales, todos estaban bajo el escrutinio de su pluma.

Juliana por su parte adoraba crear, pensaba que la única manera de cambiar la vida de las personas era mostrando la realidad de las cosas, dando visibilidad a lo que estaba mal para poder corregirlo, poniendo en evidencia como la ignorancia sobre ciertos temas terminaban lacerando nuestra convivencia y haciendo daño no solo a nosotros mismos sino también al resto. Solo tomaba proyectos desafiantes y retadores, de esos que pueden transformar la visión de loa demás. Le aburria producir contenido desechable y que no aportara valor, así que se abstenía de trabajar en series estúpidas sobre gente con privilegios y que dan visibilidad a temas triviales. Ella prefería cuestionar, ser cruda y transgresora, meterse con temas en los que nadie más lo haría y eso le valía no solo el respeto y admiración de su círculo y seguidores sino también varios premios importantes de fotografía y televisión.

Probablemente esa era la razón por la cual eran almas gemelas, cada una veía esa parte de la vida de la misma manera. Desde su trinchera y a su modo aportaban para generar cambio social, se atrevían a reivindicar causas importantes como la desigualdad social, la agenda LGBTQ+, la violencia de género, la protección de los animales, el cambio climático, entre otras. La fotógrafa a través del lente de su cámara y con sus documentales y la periodista con sus trabajos investigativos buscaban la transformación en la manera de pensar y actuar del ser humano. En muchas ocasiones se apoyaban una en la otra y colaboraban con información e ideas sobre temas específicos, se podría decir que era una mancuerna perfecta en temas de trabajo, aunque un desastre en el último tiempo de su matrimonio.

Valentina pensaba en eso mientras observaba la ciudad desde el ventanal de su amplia oficina, en la Torre Carvajal, ¿en qué habían fallado? ¿Qué les pasó? Era consciente de que existían muchas diferencias entre ellas, la mayoría relacionadas a su visión de pareja y futuro, pero esa no era la razón. Con el tiempo cada una había cedido un poco para llegar a comprenderse mejor, ella aprendió a lidiar con la poca organización y el espíritu aventurero de Juliana y la pelinegra modificó ciertas actitudes desenfadadas para facilitar la convivencia. El amor tampoco había mermado, por el contrario, la llegada de Enzo las unió y avivo esa llama que desde muchos años atrás se encendió en sus corazones.

El sonido de su teléfono la sacó de sus cavilaciones, era su secretaria anunciando la llegada de su madre, Victoria Carvajal, la hizo pasar y se puso frente al escritorio para recibirla.

- ¿Cómo estás? ¿Qué tal el vuelo? – preguntó después de abrazarla y recibir un beso en la frente.

- Muy bien, el vuelo estuvo bastante tranquilo, aunque vengo cansada – respondió. Tomaron asiento en la pequeña sala de la oficina.

- Debiste ir a casa a descansar, yo hubiera ido más tarde para verte – comentó - ¿Quieres un café o algo? – asintió, la ojiazul pidió dos a su secretaria a través del teléfono.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora