- Amor, te estás haciendo pis – dijo Juliana con los ojos muy abiertos. Su esposa cursaba la segunda mitad del octavo mes de su embarazo.
- Por supuesto que no, ¿Qué dices? – reclamó y fue entonces cuando sintió la humedad escurrir entre sus piernas. Puso cara de pánico, su mujer le recordó que en las clases prenatales les habían dicho que eso podría pasar.
- No te asustes, mi vida, recuerda lo que nos dijo la señora Campbell. Respira profundo y no te muevas – la morena habló con calma y le regaló una sonrisa – Nuestro pequeño campeón ya viene a conocernos – las mejillas rechonchas de Valentina se tiñeron de rojo a causa de la emoción. Por fin conocerían al bebé que tanto amaban y que venía a convertirse en la perpetuidad de ese amor tan inmenso que se tenían.
- ¡Si! Ya lo vamos a conocer – respondió con sus ojos llenos de lágrimas de emoción.
- Voy por las bolsas a la habitación y nos vamos al hospital – dejó un beso en sus labios y la ayudó a sentarse mientras regresaba. Segundos después volvió con ella y todo lo que habían preparado para cuando fuera el momento, Juliana llamó para avisar a sus suegros de que iban camino al hospital - ¿Te duele? – preguntó mientras conducía en busca de asistencia medica y la ojiazul asintió. Había empezado a sentir las contracciones y a sudar copiosamente.
- ¡Ahhhhh! – se quejaba y su esposa la observaba impotente a través del retrovisor.
- Lo siento, mi vida, ya vamos a llegar – decía, pero Valentina ni siquiera la escuchaba. Solo se retorcía de dolor en la parte trasera – Vamos, vamos – apretaba el claxon con furia en un intento por abrirse paso. Les tomó unos veinte minutos llegar al hospital donde la dra. Pearson las estaba esperando.
- ¿Hace cuánto empezó el dolor? – preguntó a Juliana mientras los enfermeros dirigían a Valentina a la sala de preparto para ser revisada.
- Unos 15 o 20 minutos, estábamos hablando y de repente se empezó a hacer pis y salimos para acá – explicó – En el coche comenzó a sentir dolor y a sudar.
- Voy a revisarla, es probable que entre en labor de parto – comentó la doctora.
- Pero van a estar bien, ¿cierto? – preguntó preocupada.
- Tranquila, déjame revisarla y vengo a comentarte todo – ingresó por el mismo lugar donde se llevaron a su esposa. Una media hora después, la doctora salió y le comunicó que estaban preparando a su esposa para el parto y que, cuando estuviera lista, una enfermera saldría a buscarla para que asistiera al nacimiento de su pequeño. Sus piernas temblaron, sintió nauseas, se puso nerviosa, era lo que habían esperado por casi un año y, por fin, se convertiría en realidad.
El parto se realizó de manera satisfactoria, Valentina estuvo acompañada en todo momento por su esposa que la llenaba de palabras de amor, aun en medio de su propio llanto, le besaba el rostro y tomaba su mano para infundirle ánimos. La respiración de ambas se detuvo en el instante en el que el grito de su pequeño inundó aquel lugar, se miraron a los ojos y se sonrieron.
- Ya está aquí – susurró Valentina con los ojos llenos de lágrimas.
- ¡Sí! – respondió Juliana y la besó muy rápido. La enfermera le acercó a su bebé y, con manos temblorosas, la primera en tenerlo fue la morena que de inmediato se enamoró de él – Mira, mi amor, es precioso – dijo con voz tiritante – Hola pequeño, bienvenido – besó su frente con extrema dulzura.
- Es muy hermoso – respondió la ojiazul al sentirlo en sus brazos – Hola, principito – lo besó – Ya estás con tus mamás, llevábamos mucho tiempo esperándote – Juliana, como pudo, se inclinó para abrazarlos.
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Olvídame Tú
FanfictionJuliana es un alma libre, Valentina no tanto. La gran pregunta es, les alcanzará el amor para una segunda oportunidad?