Episodio 3: En las buenas y en las malas

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Aquella mañana Juliana Valdés salió temprano de su apartamento para dirigirse a la floristería más cercana y luego a la cafetería favorita de Valentina para comprar sus muffins preferidos y su adorado café con leche de almendras. Esa era su forma de intentar que la ojiazul olvidara lo ocurrido la noche anterior, después de mucho pensar entendió que fingir demencia no sería suficiente. Conocía a su exesposa y debía estar tan molesta como para morderse la parte interna de su mejilla derecha, ese gesto que tanto adoraba la fotógrafa y que, a la vez, la hacía temblar al verla enojada y con el azul de sus ojos tan claro e intenso.

- Pantera - así llamaba a su Harley Davidson - si no salgo viva de esta, quiero darte las gracias por la compañía de tantos años - dejo un beso en la moto - Deséame suerte, por favor.

Se dirigió al sexto piso de aquel lujoso edificio en Manhattan, dónde vivían sus dos amores, se persigno y tocó el timbre del apartamento que, en ese instante, podía ser el lugar de su muerte o el primer testigo de un nuevo paso en su plan de reconquista.

La castaña, al verla por la cámara colocada en la cocina, dudó en atender, pero al final sabía que debían conversar de lo sucedido. Tenían que dejar las cosas claras antes de que aquello ocasionara más problemas con Diana quien desde el día anterior no le respondía los mensajes.

- Buenos días - dijo Juliana con una sonrisa, se sintió morir al ver los shorts deportivos que vestía la espigada periodista - ¿cómo estás?

- Buenos días - respondió en tono serio y le dio la espalda casi de inmediato. Cosa que la morena agradeció, pues sin vergüenza alguna ancló su mirada en su espalda baja y suspiró ante los recuerdos de un pasado alegre.

- Traje flores y desayuno - descaro era la palabra que mejor definiría la actitud de la morena - ¿Qué te pasa? ¿Estás enojada conmigo? - el plan era fingir demencia y lo estaba aplicando.

- No sé si hablas en serio o se trata de una cámara oculta - respondió. Ambas entraron en la cocina y el ambiente era algo tenso, por parte de la ojiazul, y agitado, por parte de la morena que sentía cosas en sus partes bajas mientras veía el trasero de la madre de su hijo - ¿Por qué lo hiciste? Prometiste que te ibas a mantener al margen de mi relación y a las primeras de cambio ¡zaz! - se giró para verla fijamente - Entras en mi casa como si nada, con tu sonrisa de no rompo un plato, saludas a mi novia y te vas - Juliana dejó sobre la mesada las cosas que traía en sus manos.

- No estoy entendiendo Val, yo solo traje a Enzo a casa porque se quedó dormido, no entiendo porque eso te traería problemas con tu novia - hablaba con tranquilidad pasmosa - Diana y yo nos conocemos, sabe que soy tu exesposa y que tenemos un hijo en común - se alzó de hombros.

- El problema es que no le había contado que vives en frente - se dirigió al comedor seguida de la pelinegra.

- Pero eso no es mi culpa - se defendió - yo que iba a saber.

- No me trates de tonta, Juliana, sabes que te conozco cómo si te hubiera parido - habló con seriedad - Lo hiciste con toda la intención del mundo para molestarla.

- Sabes lo que creo yo - sabía que podría arrepentirse de sus siguientes palabras, pero igual las soltó - que me quieres echar la culpa por no haber tenido el valor de decirle a tu novia que me mudé en este edificio - si la mirada matará yo no podría seguir escribiendo este fic porque lo que se visualizaba en los ojos de Valentina era fuego infernal.

- Mejor ni te respondo - tomó su móvil para revisar sus correos. La morena se sentó frente a ella y la miró fijamente, la castaña lo sintió y decidió prestarle atención.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora