Episodio 28: Nuestro Felices para Siempre

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- Amor, ¿Qué haces? – preguntó Valentina entrando en la oficina de su esposa.

- Terminando unas cosas importantes, mi cielo – respondió - ¿Necesitas algo?

- Solo te extrañaba, llevas mucho tiempo aquí encerrada – sonrió y se acercó despacio, ya su avanzado estado de embarazo le había reducido un poco la movilidad.

- Yo también te extraño, amor, ven aquí – la invitó a su regazo - ¿Quieres mimitos en la panza? – asintió emocionada. Se sentó en las piernas de su mujer y de inmediato ella besó sus labios y empezó a acariciar su vientre con ternura y mucha delicadeza – Hola, amorcito – saludó a su bebé y dejó un beso para ella en la barriga de su madre.

- Juls, ¿Qué es eso? – preguntó mirando la pantalla del computador.

- Estoy diseñando un cartel – respondió sin más y la ojiazul comenzó a reír.

- No lo puedo creer – seguía riendo – Atenea ni siquiera ha nacido y ya andas con estas locuras, entre tú y Enzo no sé quién está peor con el tema.

- No es locura Val, se llama precaución – se defendió – Nuestra pequeña es igual de hermosa que tú, lo vi en mi sueño, imagínate la cantidad de niños que van a morir de amor por ella – abrió sus ojos para que ella entendiera su "preocupación" – Así que es mejor prevenir que lamentar.

- Con un cartel que dice: No se aceptan novios – la morena asintió.

- Exactamente, no se aceptan novios ni pretendientes de ningún tipo hasta los cuarenta – Valentina volvió a reír muy fuerte.

- Eres una madre muy celosa – decía entre risas y la morena seguía seria – No pongas esa carita – besó sus labios.

- Te burlas de mí – se quejó.

- No es cierto, solo me causa risa que estés así de celosa – volvió a besarla con dulzura y ella le correspondió – Nuestra hija tendrá que acostumbrarse a tener a la mamá y al hermano más celosos del mundo.

- Es lo que tiene ser una Valdés Carvajal y ser toda hermosa como ustedes – respondió con carita de boba enamorada – Te amo.

- ¿Mucho? – preguntó sonriente y su esposa supo por dónde venía.

- Muchísimo – contestó.

- ¿Tanto como para preparar darme masajitos en los pies? – hizo un pucherito que su esposa besó.

- A mi reina y mi princesa lo que deseen, nos vamos a la sala y preparo un poco de mango picado para que lo disfruten mientras les hago masaje en los pies – la ojiazul sonrió emocionada de ser una consentida y le regaló un beso en los labios como premio. Se pusieron de pie y las cargó para llevarlas a la sala – Están más pesadas que hoy por la mañana – dijo bromeando y su esposo se carcajeó.

El día anterior habían tenido una revisión medica y el doctor les indicó que todo marchaba correctamente y que entraban en la recta final del embarazo, lo que significaba que en cualquier momento su pequeña podría llegar, en casa tenían todo listo para recibir a su bebé, desde la habitación perfectamente decorada hasta el más pequeño de los detalles. En aquel hogar se notaba la armonía y el equilibrio y se podía sentir en el aire el amor y la felicidad por la llegada de la princesa Atenea.

La dulce espera terminaría cuatro días después, cuando pasado el mediodía Valentina sintió un par de punzadas muy fuertes en la parte baja de su vientre. Había tenido una mañana algo inusual, yendo al baño y haciendo pis con más frecuencia de la normal, pero no pensó que pudiera ser nada malo.

- ¡Juls! – gritó y su esposa, que se encontraba terminando de revisar unas fotografías en su oficina, salió corriendo hacia ella.

- ¿Qué pasa? – preguntó al llegar a la habitación y verla parada en la puerta del baño. Sudaba copiosamente y eso la preocupó. Se acercó y la miró con delicadeza y dulzura.

Olvídame TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora