capitulo 5

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capitulo 5

Sakura acomodo el camisón de seda y gasa blanca, largo hasta el suelo, sobre su cuerpo tras haberse quitado la ropa y diadema, guardándolas en el cofre correspondiente para ella donde se encontraban las nueva joyas y vestidos que le habían sido dadas como, aparente, "favorita" del Sultan. Peino con sus manos su largo cabello rosa que forma suaves y ligeras ondas naturales, cayendo libremente sobre sus hombros y tras su espalda.

Sabía que era objeto de crítica de parte de las demás concubinas que, sobre sus camas o vistiéndose igual que ella, no cesaban de observarla y comentar entre si sobre su persona y lo que podría agradarle al Sultan de ella. Sin dirigirles una mirada siquiera, acodo las sabanas de su cama y rápidamente se cubrió y acostó sobre el colchón.

Las camas moderadamente cómodas en el palacio solo estaban reservadas para los Pashas, las Sultanas, el príncipe y, más que nada, el Sultan. Las concubinas del Harem, y ella misma, se conformaban con dormir en colchones blandos y mullidos sobre los cuales tendían sabanas y un cobertor. Para Sakura no era nada del otro mundo, haciendo montañismo y durmiendo a la intemperie en compañía de su padre, se había acostumbrado a dormir sobre el duro suelo y en condiciones poco cómodas. Eso no la incomodaba.

-¿Fuiste traída para su majestad?—le pregunto una joven que ocupaba el colchón adyacente. Sino recordaba mal se llamaba Amy –Que pérdida de tiempo. Habiendo tantas mujeres hermosas aquí en el harem, ¿Por qué la trajeron a ella?- se burló.

Las carcajadas de las demás de parte del resto no tuvieron el menor efecto en Sakura. Ella no deseaba estar allí, no tenía sentido responder a las agresiones con palabras, solo esperaría la mejor oportunidad para escapar y volver con su familia, eso era lo único importante para ella.

-Yo no pedí venir aquí. Quédense con su Sultan—repuso Sakura únicamente.

Kin, que ocupaba el colchón contiguo, le hizo señas a su compañera, Saraí, quien entendió el mensaje de lo que ella intentaba hacer.

-Aquí nadie está por voluntad—dijo ella, -no hay elección. ¿Ya viste a su majestad?

Sakura negó con poco interés, ya sabía que le estaban tendiendo una especie de trampa pero, ¿Estaba bien pensar tan negativamente desde el inicio? Aun no conocía a nadie allí, no tenía que hacerlo. Kin, sentada a su lado, le toco el brazo con fingida compasión que Sakura no noto.

-Cuando lo veas no te aterrorices—advirtió la pelinegra con voz asustada y dramática. –Eso lo hará aún más difícil.

Sakura, algo nerviosa por sus palabras, se alejó del tacto compasivo de Kin con un gesto ligeramente brusco, frunciendo el ceño y aparentando que aquello le daba igual.

-¿Y quién dijo que estoy asustada?—preguntó Sakura notoriamente molesta por el hecho de aludir que ella era cobarde o parecida a las demás chicas que allí se encontraban, observándola.

-Pero esa pobre joven estaba tan asustada...- murmuro Kin para sí misma con voz triste.

Las demás jóvenes, en las camas vecinas, se cubrían los labios para no reír al ver que la pelirosa poco a poco comenzaba a creer la historia que Kin estaba contando. Las peleas y enemistad en el Harem no era bien vistas, pero...un poco de diversión no estaba del todo mal, ¿o sí?

-¿Qué joven?—preguntó Sakura apartando las sabanas y el cobertor para sentarse y escuchar mejor a Kin.

Kin la chisto en el acto como si hubiera pronunciado algo sacrílego o prohibido que no debía de ser dicho por nada del mundo. Con el miedo pintado en el rostro, la pelinegra observo con miedo cada esquina de la habitación, como si alguien fuese a entrar de repente.

el siglo magnifico el sultan sasuke y la sultana sakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora