tres. azaleas blancas

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Esa mañana Alejo se despertó con la alarma de su celular, eran las seis y algo de la mañana, todavía seguía oscuro y la frescura del ambiente golpeó su rostro haciendo que se vuelva a esconder entre sus mantas. El constante vibrar y la musiquita estridente lo obligan a destaparse y dirigirse al baño donde se termina de despertar con el agua fría mojando su rostro. Se observa en el espejo encontrándose con unas visibles ojeras junto a su cabello despeinado deseándole buenos días. Sale del cuartito y va hasta su ropero a buscar algo decente para salir, cuando está listo se dirige a la cocina a preparar el desayuno para él y su hermana.

Mientras va a la alacena a sacar la bolsa con panes, ve que en la mesa del comedor hay rastros de lo que consumieron sus padres que ya debieron salir a sus correspondientes laburos. Limpia un poco la superficie y coloca la panera más el pote de mermelada sabor ciruela, finalmente pone la pava a hervir para ir a despertar a su hermanita tranquilamente dormida en su pequeña cama.

Le duele en el alma interrumpir sus sueños, pero no tiene de otra, la sacude de un lado a otro y ella lentamente abre sus ojitos, parpadeando varias veces para acostumbrarse a la luz.

"Vamos, Zoe, hay que ir al colegio"

La niña rezonga intentando volver a cubrirse con sus acolchados, pero su hermano mayor lo evita lanzándole el guardapolvos con un par de remeras que vio separadas sobre una silla.

Vuelve a la cocina y al ver que el ya esta hirviendo el agua, apaga la hornalla y sirve los mates cocidos en las tazas de cada uno, la de Zoe con pegatinas de dinosaurios (criaturas que últimamente se volvieron su obsesión) y la suya con el logo de Rosario Central, equipo por el cual hinchaba fuerte antes de mudarse a Ciudad de Buenos Aires. Deja que se enfríen las infusiones en la mesa y va a cambiarse para salir a dejar a su hermana al colegio e irse de paso a sus clases en la academia, las últimas que le quedaban por asistir.

***

Matías se había dormido y ninguno de sus papás se había preocupado en despertarle para ir a cursar. Bueno, no podía reclamarle nada a su viejo porque se iba mucho más temprano a su trabajo en la empresa, pero Lean había estado detrás suyo con los horarios y toda la agenda que le había compartido su madre para los días que él se quede en su casa. Sí, ya no era un niño, pero a veces sentía que lo trataban como tal y lo habían malacostumbrado a que le ayuden a despertarse.

De modo que ahora estaba a las corridas intentando colocarse sus zapatillas que como nunca se estaban haciendo las difíciles en dejar que sus pies entren, ya se había perdido la primera clase de la mañana e iba a entrar a la siguiente en dentro de nada por lo que debería estar saliendo a tomar el colectivo a la facultad.

"¿Qué más me falta?" Se preguntó a sí mismo en voz alta dando un vistazo general a la habitación toda desordenada, con ropa tirada en el suelo junto a sus apuntes y fotocopias. Se terminó de atar sus cordones y caminó hasta uno de sus cuadernos para meterlo en la mochila descansando sobre su escritorio, agregó su cartuchera azul al lado de un portarretratos de él de pequeño. "Mis llaves"

Salió de su habitación hasta el living, justo al lado de un florero con Azaleas blancas, que seguramente su padrastro había colocado allí hace poco tiempo por el aspecto vivaz de las flores, encontró sus llaves, las cuales tomó con rapidez antes de abandonar la casa.

Sin demorar mucho apareció el bondi y lo tomó sin dudar, por el horario estaba un tanto llenito por lo que en su esfuerzo de irse hasta el fondo, empujó a unas cuantas personas hasta que sin querer se tropezó con el pie de alguien haciendo que pierda el equilibrio y tema por el futuro de su rostro libre de mancha o cicatriz alguna.

Para su suerte, o algo así, su cuerpo fue interceptado por las manos de alguien más, de Alejo, para ser más específico. El chico se había interpuesto entre su proceso de caída sosteniendo uno de sus brazos para impulsarlo contra él, quedando ambos a una escasa distancia entre nariz y nariz.

"Uh, perdón" Murmuró Mati alejándose del chico, al recuperar el equilibrio.

"Descuida" contestó el otro desviando su mirada a la ventana, intentando ocultar el sonrojo en sus mejillas.

"¿Qué haces por acá?" Matías siguió preguntando para que el silencio un tanto incómodo que se había formado se disipe un poco.

"Voy a cursar" Alejo vio al chico frente a él, también portando una mochila. "Por lo visto vos también"

"Sí, encima me dormí y estoy llegando tarde" Se quejó Matias "¿Vivís por acá?"

"El colegio de mi hermanita es por acá..."

"Ah, tenés una hermana, ¿cómo se llama?" Preguntó con pura curiosidad Mati.

"Zoé, va a cuarto grado"

"Entonces este año tiene que jurar a la bandera" comenta al aire.

"Así es" se ríe Alejo porque sí, Matías lo ve y cree que la sonrisa del profe es linda, tierna y puede intuir las razones por las que su amiga se fijaría en el chico de piel trigueña y no en él.

Ah, por cierto, Matías como la persona intensa y perseverante que rompe las bolas hasta quedar satisfecho con la respuesta que es, se estuvo martillando la cabeza desde que Cele hizo ese comentario en la parada de colectivo. Le quiso hacer varias preguntas acerca de qué cosas le llamaban la atención para poder cambiarlas y ser más de su agrado, pero no consiguió mucha información. Más porque la chica le cambiaba el tema de charla a otro y no podía forzar la conversación.

De modo que habérselo cruzado ese día le vino de diez, tenía que competir con ese chico o a lo sumo asimilar cosas de su competencia, no consciente de la atracción de la chica, para poder acercarse más al corazón de su amada.

"¿Desde hace cuánto tiempo haces Malambo?" Preguntó Mati de repente, volviendo a llamar la atención a Alejo.

"Desde que muy chico, mi vida siempre fue el baile"

"Increíble" murmuró Soulé al notar el brillo de los ojos del chico al decir esas palabras, había pasión en ellas. "Te debe gustar mucho, por algo sos profe"

"Así es" De nuevo silencio, el colectivo se detiene en una de las paradas y un buen cúmulo de gente se baja, dejándole más espacio para moverse en el vehículo. "¿Vos tenes hermanos?"

Mati niega con la cabeza. "No, soy hijo único"

"¿Cómo es?"

"Me gusta porque soy el consentido de la casa y lo acepto" De nuevo Alejo se ríe apartando su mirada a la ventana antes de volver a verle. "Aunque me hubiese gustado tener, no sé, alguien más con quien jugar o algo. No tengo primos de mi edad como otros así que fue más de depender de los amiguitos que hiciera"

"Pero saliste bien, ¿No?" Ahora fue el turno de Matías de reírse ante la broma inofensiva del chico sentado contra la ventanilla.

"No sé, vos decime"

Alejo iba a decirle algo, pero su rostro cambió a otra expresión de apuro al echarle un vistazo a donde estaban. "Ya me tengo que bajar"

Se paró de su asiento tomando sus cosas que antes reposaban en el piso del colectivo y le dio una corta mirada a Matias, quieto a su lado.

"Chau, Mati" y se intentó despedir dando un beso en el cachete del más bajo, pero (quiere creer Matías) el freno torpe del colectivo para detenerse en la parada hizo que Alejo cambie de dirección haciendo que le dé un beso en la comisura de los labios.

No sabe si el otro se dio cuenta o no, o si él era el único parado como un idiota en medio del pasillo del colectivo que siente como su piel pálida empieza a ganar color carmín y sentir como el ambiente se pone más caliente.

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Perdón la tardanza, lo tenia hecho anoche, pero me termine durmiendo antes de pode subirlo.

En fin, comenten, opinen, teoricen etc etc

zapateos y otros sentimientos [souliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora