cuatro. reacciones

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Apenas se bajó del colectivo Alejo se quiso dar una cachetada, qué había hecho. Y las imágenes de él realmente besando a su alumno de no más de un par de clases lo atormentaron el resto del día, no importaba qué estaba haciendo, siempre aparecía de repente la cara de Matías. Le avergonzaba, pero también le estaba hartando.

Ahora debía pensar cómo iba a hacer para enfrentarse al chico de pequeños ojos y piel pálida en su siguiente clase sin ponerse rojo como un tomate.

Bueno, si es que volvía a aparecer en su clase, porque quizás, a pesar de haberle pedido ayuda con la chica que le gustaba, habría preferido ir por el camino fácil de tomar la misma clase de la susodicha y retirarse, dejándolo solo; lo que sería malo, pero no lo culparía por decidir hacer aquello. Si era sincero, él podría hacer lo mismo en sus zapatos.

No, mentira, no podía darse ese lujo y por el bien de su título, Matías debía seguir yendo a las clases.

"Hijo, ¿ya está-" La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos, se había quedado limpiando una de las mesas más tiempo de lo que era necesario. "Ale, sabes que no tenés que venir a ayudarme, yo puedo hacerlo por mi cuenta"

"Pero así terminas a tiempo" Contestó en cambio el chico dándole una media sonrisa a la mujer. "La otra vez que no pude venir te tardaste más y no te quisieron pagar la diferencia" La expresión de ella se palidecio al escuchar las palabras de su hijo. "Lo escuché de pasada, perdón"

"Perdón por hacerte tener que preocupar por esto" Lo abrazó contra su pecho. "Debes estar muy cansado luego de cursar"

El muchachito hizo el mejor esfuerzo para no dejar que la emoción le dominará y la apartó cuidadosamente, evitando que le siga mirando fue a buscar una de las escobas reposando en una esquina de la gran cocina de la casona que andaban limpiando.

"Dale, que nos falta poco" Volvió a sonreirle antes de ponerse a barrer el quincho del patio trasero que se salía por una puerta corrediza de la sala.

Desde allí vio a su madre pasar el trapo a los muebles del living room, cuando apareció por la puerta principal al hijo de los patrones con su uniforme del colegio bien planchado y seguramente con buen olor, saludó a su progenitora con una sonrisa y le alcanzó un vaso de agua antes de subir a su habitación en el segundo piso.

Bueno, al menos sabía que en esa casa alguien la apreciaba.

***

"Volví" Avisó Matías entrando a la casa, dejando sus zapatillas en la entrada y caminando descalzo por la casa dejó su mochila encima de uno de los sofás de la casa, yendo hasta la cocina donde sacó una botella de agua para servirse en uno de los vasos de vidrio azul en la alacena. Por la falta de respuesta asume que ninguno de sus viejos volvió del laburo ó... preferiría que sea la primera opción.

Estaba tomando del refrescante liquido cuando su celular vibró por las notificaciones de nuevos mensajes; eran de Cele.

Enana
Che no sabes

Enana
encontré el ig de tu profe

Enana
[link]

Enana
Ya lo seguí

Enana
Haceme la segunda y también seguilo

No sabía bien cómo debería reaccionar con el pedido de su amiga. ¿Verdaderamente le gustaba el chico? ¿Tenía que competir con su profe? No, no competir, aprender de su competencia para seguir la misma estrategia.

Con eso en mente se metió al perfil de Instagram del profe de Malambo. Su foto perfil, normalita. Feed con sus mascotas, familiares y amigos. Pasó a sus Historias destacadas, la mayoría con su familia y amigos, más amigos, un par en la playa...

zapateos y otros sentimientos [souliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora