doce. pequeñas sinceraciones

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Alejo terminó de guardar las cosas y acomodar el salón; no salió de allí dentro, sino que se quedó esperando a Matias. No quería sonar como un amargado o antisocial, pero las amigas de su chico no le habían caído de la mejor manera, no sabe bien, fue una sensación de incomodidad las actitudes que tuvieron. Eran las vibras, diría su madre. Cuestión que no tenía muchas ganas de cruzarse a las chicas.

No se lo diría a Mati, no quería molestarlo solo con vibras.

Como sea, se sentó sobre la madera y sacó su celular para revisar mensajes, cosas de su agenda, además de ir hablándole a la costurera que trabaja con él sobre sus ideas de trajes para sus dos alumnos. Si bien tenían bastante tiempo, no le hacía mal ir adelantándose en caso de algún imprevisto o llegue con lo justo. La señora, Ilda, le mandó los diseños que ella hizo, pero también le animo que él haga los suyos así ella le cumplía su visión dado que le había hablado con buena antelación.

Dibujar... podría hacer eso.

Luego abrió los mensajes de su madre, eran de su hermanita mostrándole un trabajito que hizo en la escuela. En la imagen que le mandó había un cuaderno abierto con un escrito en letra de carta y el dibujo de una figura humana alargada y pintada de azul oro. La descripción decía: 'mi hermano (lo quiero mucho)'.

Su rostro se pintó de una sonrisa sintiéndose conmovido por el gesto de la pequeña, ella siempre podía darle un subidón de energía en medio de toda su rutina. No podía esperar para verla en casa y ella le comenté de su día, la escuela y sus amiguitos, de la perrita de la familia que tanto cuidan y lo que hizo con la nona en el almuerzo.

De repente la imagen de Mati se le cruzó, cómo sería si él los presentara. ¿Se llevarían bien? ¿Qué pensaría Zoe de Mati? ¿Jugarían juntos? ¿Qué haría el chico de tatuajes? 

"Perdón por la tardanza, las chicas ya se fueron" Apareció Mati por la puerta una media sonrisa, que lejos de verse alegre se veía algo rara. "Ya estoy listo" 

Inmediatamente Alejo se levantó del suelo y fue hasta al chico al notar su expresión. "¿Pasó algo?"

"No, nada" Negó Matias de nuevo intentando sonreírle. "Solo un poco cansado"

"Si estas muy cansado lo podemos dejar para otro día" Propuso el menor sosteniendo la mano pálida del contrario. 

"No te preocupes" Afirmó el pelinegro abrazando le cintura de Alejo y reposando su cabeza en el pecho de este, quien al instante correspondió al gesto. 

"Sí lo hago, ¿fue muy pesada la práctica?"

"Estuvo bien" respondió Matias sin alejarse del más alto.

"Podemos dejarlo para otro día sin drama" Aseguro Alejo mirando a los ojos al chico y acarició su cabello negro. "No me voy a molestar"

Matias se paró de puntitas -por más que su diferencia de altura no fuera grande- y volvió a besar los labios de Alejo. "Quiero ir, me gusta pasar tiempo con vos y no con tu alter ego gruñón"

"¿Alter ego?" Se rió el más alto apartándose un poco para ver la expresión de fingida seriedad del chico ahora cruzado sus brazos.

"Cuando estas en tu modo profe te vuelves gruñón" Explicó con la frente en alto.

"Y es para que aprendas bien, así no te desconcentras y te abuses de tu poder" picó uno de los costados de Matias haciendo que este se retuerza y se aleje por inercia evitando un siguiente ataque.

"¿Abusar de mi poder?" Repitió incrédulo. "Si apenas te enfocas en mí y te la pasas con Agustín, es como si no existiera y luego me vivís retando"

zapateos y otros sentimientos [souliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora