zapateos y otros sentimientos [souliz]

veinticuatro. a tu lado

Con Mati habían llegado a la canchita que alquilaron esa noche, cuando Alejo mencionó en el grupo de chat que compartía con sus amigos que iba a llevar a Mati al fulbito se ganó un par de cargadas, pero todos le dijeron al final que lo lleve que mientras más mejor, así que ambos estaban con ropa deportiva, unos botines desgastados y el chico de tatuajes estaba bastante nervioso porque quería quedar bien con los amigos de su pareja que lo habían incluido.

"Tranqui, amor" Le dijo a Matías dejando un beso en su cabello, a lo que el chico no evitó sonrojarse. "La mayoría ya te conoce y les caíste bien" Tranquilizó.

"Aun así" El de tatuajes giró a verle y le miró con sus ojitos brillantes, reposando su cabeza en el hombro del más alto. "Mirá si te hago quedar mal por como juego"

"Mati, es algo entre amigos" Le recordó con suavidad. "La otra vez me contaste que solías ir a una academia o algo"

"Sí, pero hace años ya" Ahora Matías empezó a jugar con su mano.

"De cualquier modo" Entraron a la canchita que les habían indicado sus amigos donde los esperaban. "Yo estoy orgulloso de vos, a pesar de cualquier cosa"

"Pará, Ale" lo apartó el mayor ligeramente, sintiendo como sus cachetes se teñían de un rojo chillón. Alejo quería atrapar los labios del chico, pero los silbidos de sus amigos interrumpieron el momento haciendo chistes y molestando a la parejita. Aparte de los chicos que ya conocía Matias, también le presentaron a un par más que fueron invitados por los otros chicos. Le cayeron bien, especialmente un chico llamado Thiago que acompañaba a Gino. Entre los dos se pusieron a charlar mientras esperaban que los demás su pequeña conversación en medio de la cancha. Se dividieron en los dos equipos, las posiciones y comenzaron el partido.

Algo gracioso fue que Matías y Alejo habían quedado en equipos contrarios, el santafesino como media punta y el marplatense de lateral izquierdo y a lo largo de la partida los dos desconocieron su vínculo y sacaron su lado más competitivo. Ninguno fue suavecito con el otro, cuando uno tenía que defender, no le hacía asco a hacer lo que tenía al alcance para sacar la pelota y los chicos a su alrededor se los aplaudían.

El primer tiempo pasó con la pelota navegando de un arco al otro, con varias oportunidades de gol, hasta que finalmente vino de un corner y un cabezazo de parte de Alejo para abrir el marcador. No se tardó mucho tiempo para que en una contra Matías picara la pelota para empatar. Luego de unos minutos más terminó el primer tiempo y se distendieron hidratándose. 

Matías se había quedado charlando con Thiago cuando vio como Ale se apartaba a un costado para atender una llamada. La imagen del rostro del chico preocupado le dejó intranquilo, por lo que apenas lo vio cortar se le acercó a preguntarle qué andaba pasando. A lo que Alejo le comentó muy rápido que tenía que ir al hospital en ese mismo momento. A pesar de no entender bien, le extendió la mochila que había traído y también le comunicó a los demás que debían retirarse. 

Ambos salieron del local y se tomaron el primer taxi que se cruzaron, ahí Matías obtuvo más detalles de lo que estaba sucediendo; la hermanita menor de Alejo había ido de urgencias a la guardia del hospital por fuertes dolores estomacales, fiebre y vómitos.

Llegaron al hospital y se dirigieron a donde les había indicado una de las enfermeras, al parecer la chiquilina también estaba algo deshidratada por lo que estaba con suero en una sala común con otros niños. Su madre le contó que le iban a hacer los estudios para ver que tenía la chiquilla y que apenas el doctor les diera el visto bueno iban a regresar, así que todo lo que les quedaba era esperar ahí. 

De paso, finalmente, de una forma poco ortodoxa, Alejo aprovechó para presentar a Matías a su mamá. La mujer se vio un tanto sorprendida, pero luego con una sonrisa le dijo a su hijo que su pareja se veía que era buen chico y le agradeció que los acompañara en ese momento.