zapateos y otros sentimientos [souliz]

veintiuno. boliche

Matias llegó a la dirección que le había pasado Alejo, quien lo estaba esperando en la entrada del edificio que le indicaba su GPS. El morocho estaba vestido con una camisa blanca, desabotonada ligeramente y un camperón lo cubría, escondiendo sus manos en los bolsillos de este. No pudo evitar pensar que era el chico más atractivo que jamás había visto y se sintió un privilegiado por saber. Apenas lo reconoció le dio un abrazo, el chico lo recibió en sus brazos dejándole un beso en sus labios.

"Estás muy fachero, eh" Halagó Matías todavía en sus brazos.

"Vos también estás divino" Alejo dejó varios besos en el cachete de este sacándole varias risas.

"¿Esperaste mucho?" Preguntó el pelinegro apartándose ligeramente del pecho del más alto para mirarle con sus ojitos brillantes y con algo de culpa por el frío que corría.

"No, yo hace poco llegué, tranquilo." Aseguró el más alto acariciando los cachetes pálidos del contrario con sus pulgares.

"No coman frente a los pobres" La voz de Gino los separó y los dos se quedaron rojos como tomates, ante la aparición del chico. "Bueno, verte, Mati."

Rápido el dueño de la casa, Gino, les indicó con una sonrisa que lo sigan, así que entraron en el edificio y Gino se dedicó a molestar a su amigo, jodiéndolo con la escena que se encontró cuando les fue a abrir, llamándolo todo un confite. En lo que subían al piso del departamento, Gino les comentó que Facu se estaba quedando con él, así que ya estaba esperándolos arriba. Mati supuso que era el amigo que había venido de visita que Ale le contó hace un rato.

Una vez dentro de la vivienda fueron recibidos por más chicos del grupo de amigos y ahí vio al tan famoso Facundo acercarse a ellos, abrazando fuerte a Alejo y luego darle un saludo de manos a él.

Lo siguiente que hacen es tomar asiento en el sofa del dueño de casa, mientras que los otros empiezan a poner música por los parlantes y a pedir las pizzas, para comer. Abren las latas de cervezas y las van consumiendo en lo que le piden a Facu contar sus aventuras en Rosario, algo para comentarles de lo que se perdieron el grupo estando lejos de su hogar. También ellos le relatan diferentes historias conviviendo, o de la universidad, mencionando que no esperan a que se instale con ellos.

Matías sólo los escucha encantado por el vínculo cercano que demuestran, haciendo chistes y otros comentarios que le hacen reír por más que entendiera poco del contexto de varias cosas. Luego le preguntan a él sobre qué estudia, qué hace, cómo conoció a Alejo y él les cuenta, al principio con timidez, luego entra en confianza para contestar sus preguntas. Alejo tomaba una cerveza cuando lo envuelve en un abrazo cuando menciona que es su profesor de Malambo y que así se conocieron, obteniendo los chillidos de los demás que se divierten con el rojo en los cachetes del profesor de danza.

Encuentra aliviador reírse de la forma en que lo estaba haciendo, más teniendo en cuenta del encuentro que tuvo con Tanlongo que lo dejó en shock y una sensación horrible en su pecho. Tomó un largo trago de su birra y se acurrucó más en Ale, quien lo atrajo más para sí.

"¿Estás más cariñosito?" Le preguntó riéndose por las mejillas sonrosadas del mayor y su pucherito. Los demás chicos estás sumidos en sus propias burbujas haciendo un karaoke de YouTube, cantando a los gritos desafinados.

"Nada que ver" Le contestó Mati apartando su mirada.

Cuando pasan las una de la madrugada los amigos salen al boliche recomendado por uno de los presentes, caminan por las calles con el frío del invierno envolviéndolos. Alejo lo tiene abrazado por los hombros y se quedan de ese modo hasta que llegan hasta el local bailable, escuchando la música retumbar por las paredes con facilidad. En la fila siguen charlando todo el grupo, Mati interviene más y los chicos también le sacan charla por aparte de Velíz.