dieciséis. inevitable

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"La postura, Mati" corrigió Alejo al chico frente suyo practicando con unas botas de cuero que se le habían sido prestadas. Ambos estaban dentro de uno de los salones de la Academia gracias a que Ale utilizó sus encantos y el cariño que la mujer mayor tenía sobre él para que le permita utilzar las instalaciones ese Domingo para ensayar. "Así no perdés el equilibrio y te caes"

"Lo sé" Dijo entre dientes Matias volviendo a repetir el bloque con la música de fondo. 

"No te calentes que vos fuiste el de la idea de ensayar" Le sonrió el más alto desde el espejo mirándolo fijamente, analizando meticulosamente los movimientos de Matias. "De nuevo"

"Ale" se quejó Matías y solo obtuvo unas risas del contrario que se acercó a su persona.

"Tenes que verte más seguro, confiado" Explicó llevando una de sus manos a la cintura del chico de tatuajes, haciendo que se ponga derecho. "La idea del contrapunto es que estas en un enfrentamiento, por eso debes mantener la mirada firme, en alto" Otra de las manos de Alejo tomó el mentón de Matías para levantarlo ligeramente. "Que tu mirada muestre soberbia o algo más desafiante"

"¿Cómo hago eso?" Preguntó el chico todavía en merced del profesor de Malambo, mirándolo por medio del reflejo del espejo.

"Mírame a mi" Aconsejó Alejo. "Como si yo fuese tu rival y me tuvieras bronca, intenta intimidarme"

Matias se sentía chiquito ante ese pedido, tanto que se trató de voltearse a mirar a su profesor, pero la fuerza del agarre de este hizo que su rostro se mantenga en la misma posición. Luego Alejo se distancia para quedar parado en medio del espejo sin despegar sus ojos con los suyos. 

La música comienza a sonar de vuelta, el rasguido de una guitarra acompañada por bombos marcando seis tiempos. Entonces Matias sigue la corrección y los consejos que le da el moreno, sin despegar su mirada e intentando insertarse el chip para actuar como se le pidió.

Era difícil quererlo intimidar o tenerle bronca. Por el contrario, ni siquiera podía creer que lo había visto como un rival. Así que se planteó otra cosa, prefirió bailar para impresionarlo, que lo vea y que se le remueva todo, quizás utilizar esa soberbia que le pedía para incitar a algo más porque esos ojos marrones profundos le escrudiñaban de una manera en que todo su cuerpo se sentía caliente.

¿Si quiera se daba cuenta de la intensidad que poseía?

Sus pies se movieron al ritmo de los compases, siguiendo la coreografía marcada anteriormente por el santafesino, con sus ojos fijos en los contrarios intentando irradiar esa energía de ser quien pueda complacerle. Hizo las mudanzas, con sus brazos en consonancia a cada repique, deslizamiento de la bota -cepillo como le dice Alejo- y pensó en que si obtenía un mínimo halago habría hecho un buen trabajo.

El rasguido de la guitarra fue su guía y los golpes al bombo replicaban el palpitar de su corazón que latía violentamente en su pecho

Su presentación terminó cuando la música dejó de sonar y volvió en sí, Alejo se mantenía serio, con los brazos cruzados contra su pecho y al parecer no se veía muy conforme con lo que acababa de visionar.

"¿Qué tal salió?" murmuró ahora más tímido al pensar que no le salió lo que intentó. "¿Lo hice mal?"

Alejo se volvió a acercar a él y de nuevo tomó su mentón, se esperaba otro regaño. Sin embargo, besó sus labios con brusquedad, como si hubiese estado en abstinencia de ellos y finalmente podía saciar su hambre.

"Esto es lo que hablaba" felicitó acercándolo más contra su cuerpo al tomarlo de su cintura con sus manos. "Sentí que me querías comer con la mirada"

zapateos y otros sentimientos [souliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora